La decisión de China de recaudar 22.000 millones de dólares con el impuesto a las importaciones de crudo ligero, productos aromáticos mixtos y las mezclas bituminosas, a partir del 12 de junio, limitará la compra del petróleo de la faja del Orinoco por parte de las refinerías independientes de esa nación oriental. Un crudo que mercadean en Malasia los brokers de maletín venezolanos en contubernio con los directivos de la Pdvsa “roja rojita”.
El gravamen asciende a 30 dólares (1,20 yuanes/litro) por barril al bitumen resultante de la mezcla de crudo tipo Merey-16 con fuel oil o betún en los patios de tanques malayo, para luego reexportarlo como “betún diluido” a las refinerías en China y evadir así las sanciones impuestas por Estados Unidos en 2019 a Pdvsa.
Este impuesto afectaría el margen de ganancias que obtienen Pdvsa y los intermediarios por la venta de este producto, sujeto a fuertes descuentos por el riesgo de las sanciones y sus problemas de calidad. Incluso, si el Merey o grados similares como el Singma se renombraran como crudo tipo Malasia para evitar el nuevo impuesto chino, las cuotas de importación de petróleo a las que están sujetas las refinerías independientes chinas limitarían su capacidad de comprarlo.
Por consiguiente, el régimen de Nicolás Maduro se verá forzado a colocar el petróleo que no comprarán las refinerías independientes chinas en otros mercados internacionales. Pero aquí surgiría el riesgo de las sanciones estadounidenses sobre las empresas que hacen negocios con Pdvsa.
Según los cálculos de Inter American Trends basados en los datos de TakerTrackers.com, el volumen enviado a Malasia –donde el crudo venezolano se suele almacenar, mezclar y recargar para los compradores chinos– equivale a un promedio de 225.000 barriles para el período enero-abril de este año, lo que representó 46% de la exportación total de Pdvsa en ese lapso.
Por otro lado, están los pagos (oil for loan) con barriles de petróleo tipo Merey-16 por los préstamos otorgados por el Banco de Desarrollo de China al Fondo Conjunto Chino Venezolano –actualmente la deuda ronda los 15.000 millones de dólares– y los dividendos a las socias de Pdvsa en las empresas mixtas CNPC, Sinopec y CNOOC.
Ante el riesgo de ser sancionadas por Estados Unidos, las compañías nacionales petroleras del gigante asiático, conocidas como las NOC, dejaron de cargar crudo desde agosto de 2019 en los puertos venezolanos, según la agencia de noticias Reuters.
Un año después, noviembre de 2020, la misma Reuters informó que China Oil y PetroChina, vehículo comercial y filial de CNPC, reanudaron los envíos directos de petróleo venezolano a la nación oriental, retando a la administración Trump que había perdido la elección presidencial.
En los primeros cuatro meses de este año, las NOC cargaron un promedio de 132.000 barriles por día, según los cálculos de Inter American Trends. Un volumen que permite amortizar el préstamo del Banco de Desarrollo de China.
El nuevo impuesto chino al bitumen mix afecta a los brokers de maletín venezolanos en la colocación del crudo Merey-16 en Malasia, porque las autoridades aduaneras chinas serán las garantes de que la compra de este producto por parte de las refinerías independientes cumpla la nueva política impositiva. Una medida que definitivamente compromete una de las formas que el chavomadurismo ha venido utilizando para evadir las sanciones estadounidenses.
El nuevo gravamen chino con las sanciones estadounidenses sobre Pdvsa representa un alto riesgo para el régimen de Maduro. Por ello, el crimen organizado trasnacional en Venezuela busca desesperadamente la flexibilización de las sanciones impuestas por Estados Unidos a Pdvsa. Necesita que las petroleras Repsol de España, Eni de Italia, Reliance de la India, Chevron de Estados Unidos, entre otras, puedan cargar petróleo de nuevo en el país. Las NOC chinas asumieron el riesgo desde hace cinco meses.
En un esfuerzo por lograr una solución negociada multilateral en Venezuela, la administración Biden debería considerar otorgar licencias a las socias de las empresas mixtas con Pdvsa para recibir petróleo en Venezuela, con el solo fin de cobrar los saldos de deudas por préstamos otorgados a la estatal petrolera venezolana, casos Chevron y Repsol, o dividendos pendientes.
Esta acción permitiría bajar la presión del fuerte lobby que actualmente ejerce el régimen de Maduro sobre el gobierno de Biden para obtener el swap de petróleo por diésel, medicinas y alimentos que, si lo lograse, le daría una bocanada de oxígeno para seguir en el poder.
China y Estados Unidos con el impuesto y las sanciones, respectivamente, cuentan con las herramientas para lograr la negociación entre los venezolanos en iguales condiciones. El gigante asiático vigilando que los brókeres de maletín venezolanos no le metan gato por liebre con las refinerías independientes chinas y América asegurando que las sanciones sean utilizadas para restituir la democracia en Venezuela, permitiendo un uso racional de las licencias. De lo contrario, veremos un mercado negro por parte de las refinerías independientes chinas y una burla a las sanciones estadounidenses, reafirmando que no sirven para nada.
Pareciera entonces que al gobierno de Xi Jinping no le va a temblar el pulso para tomar una medida que considera necesaria, aun cuando esta ponga en riesgo el régimen de Maduro. ¿Cómo se dirá en chino “a ponerse las alpargatas que lo que viene es joropo”? Porque eso es lo que se va a escuchar en Miraflores si las sanciones siguen.