El arranque de 2018 agarra a Nicolás Maduro con pocas opciones para salir del atolladero en la que está Venezuela. El último informe de la Cámara Venezolano-Americana (Venamcham) lo define como “estamos viviendo la economía del terror”. Además, Venamcham señala que el horizonte para planificar se ha reducido a meses, “donde tres meses ya son muchos”. Las circunstancias obligan hacerlo en el día a día, por lo que la gestión del régimen de Maduro es reactiva. Es el escenario ideal para facilitar la corrupción, porque la respuesta del régimen a la crisis es el estado de emergencia, con lo que obvia normas y procedimientos de la administración pública, sobre todo la ley de licitaciones -así, se ha manejado el país durante los últimos 15 años, de crisis en crisis.
El “Plan de la Patria 2013-2019”, la brújula del socialismo bolivariano, quedó en puro sueños. El país plasmado en el mismo no existe: un Producto Interno Bruto entre 3,0% y 4,0% (tasa de crecimiento promedio anual); una inflación de 20% promedio anual; una producción de crudo 6 millones de barriles por día en 2019; el desempleo entre 5% y 7%; una reducción de la pobreza y pobreza extrema por hogares de 15% y 0% respectivamente en 2019; una desnutrición infantil en menores de 5 años de 1,4% en 2020; una tasa de mortalidad infantil en menores de 5 años de 11,70 por cada mil nacidos; entre otros.
Este año no será diferente. La crisis continuará por el déficit de dólares, en efectivo y bonos. El primero es causado por la caída sostenida de la producción petrolera, a pesar del aumento del precio de petróleo este año, e inversión extranjera; y el segundo es motivado por las sanciones financieras impuestas por la Administración Trump en agosto 2017. El otro factor influyente en la crisis es el crecimiento exorbitante de la masa monetaria para financiar el déficit fiscal -“la masa monetaria ha crecido un 1,000% (anualizado), en una economía que no crece”.
Desde 2013, el régimen de Maduro ha usado las exportaciones petroleras a Estados Unidos -dólares en efectivo- para el servicio de la deuda soberana e importaciones de bienes y servicios. El resto de la producción de crudo y/o productos refinados facturados a India, China (el saldo del pago de la deuda comercial del Fondo Chino) y Europa financian las operaciones de la estatal de petróleo PDVSA.
En 2017, el efecto acumulado durante los últimos 3 años de la contracción de las importaciones, el “backlog” de las actividades de mantenimiento y la desinversión en la industria petrolera, y el impago a los suplidores, contratistas, y socios internacionales limitaron la capacidad financiera del régimen, a tal punto que dejó de servir puntualmente la deuda soberana y PDVSA en el último trimestre de 2017.
Este año, la producción petrolera continuará en caída libre, colocándose alrededor de 1,45 millones de barriles promedio día-año (+/- 10%), por lo que el régimen de Maduro restringirá el mercado interno, para asegurar la exportación total de casi 1 millón de barriles día hacia Estados Unidos, China, India, Rusia y Europa. Por lo tanto, las exportaciones netas a Estados Unidos disminuirán, ubicándose en menos de 500 mil barriles día promedio año.
Con ese volumen y con un precio promedio año de 61,50 dólares la cesta venezolana, el régimen de Maduro tendrá ingresos constantes y sonantes de casi 11 millardos de dólares, lo que le permitiría hacer frente al servicio de la deuda soberana (5,39 millardos de dólares) y el pago del bono de Elecar (680 millones de dólares). Asimismo, podría cancelar los 1,28 millardos de dólares correspondientes al pago atrasado de 2017, por los intereses de la deuda externa. Esta estrategia dejaría 4 millardos de dólares para las importaciones de bienes. El resto requerido, que asciende a 10 millardos de dólares, sería cubierto con la emisión de deuda llamada Petro.
En una primera emisión alcanzaría 5 millardos de dólares, con los 100 millones anunciados por Maduro la semana pasada -50 dólares precio del barril venezolano. Además, el Petro le permitirá al régimen cumplir con el lavado de dinero que venía haciendo con los bonos, burlando las sanciones financieras de la Administración Trump -se estima que hay entre 2 a 2,5 millardos de dólares represados por lavar desde agosto pasado. Asimismo, Maduro usará los recursos naturales como diamantes y oro para pagar la comida importada de las cajas CLAP.
En 2018, Maduro tratará de hacer malabares con el servicio de la deuda, importaciones, e hiperinflación. Sin embargo, tendrá que usar la represión para seguir con el circo. Además, de continuar engañando a los cobradores resultantes de las disputas en el CIADI, como lo ha hecho con la minera canadiense Crystallex, hasta el momento. Con esto, el malabarismo del régimen de Maduro se ha convertido en su forma de vida, aumentando el riesgo día a día a que se le caiga el espectáculo.