Hoy, primero de septiembre, una vez más los venezolanos se debaten en las calles de Caracas por el futuro político del país. En esta ocasión, los que quieren una salida democrática de Nicolás Maduro, a través de un referéndum revocatorio presidencial (RR), son mayoría. Una mayoría que ha venido creciendo por la nefasta gestión del gobierno de Maduro. Cada día que transcurre es más difícil vivir dignamente en Venezuela. El Estado es disfuncional.
En la reciente encuesta flash de Hercon, entre el 19 y el 26 de agosto, sólo 1 de cada 10 personas evaluó la gestión de Maduro como buena y 2 personas de cada 10 creen que con Maduro en la presidencia, Venezuela tiene futuro. La gran mayoría, 81%, cree que el RR es un mecanismo constitucional para salir de la crisis económica y política que vive el país. Y 8 de cada 10 venezolanos cree que el gobierno de Maduro le tiene miedo al RR y a las elecciones de gobernadores que corresponden a finales de este año. Por último, un máximo de 3 personas de cada 10 no tienen la intención de participar en la protesta cívica, denominada como la "Toma de Caracas", para exigirle al Consejo Nacional Electoral la fecha definitiva para recoger el 20% de las firmas para activar el RR.
En una situación similar, el pasado 19 de abril, la Mesa de Unidad Democrática (MUD) presionó al CNE con la convocatoria a una movilización masiva a nivel nacional, para obtener las planillas para la recolección del 1% de las firmas que activaron el RR.
Los resultados son conocidos. Más de 2,5 millones de firmas fueron recaudadas en menos de una semana. La voluntad popular sobrepasaba de nuevo las expectativas del gobierno, así como lo había hecho en las elecciones parlamentarias del pasado 6 de diciembre de 2015, cuando la Oposición alcanzó las dos terceras partes de la Asamblea Nacional. Dos derrotas de forma consecutivas, indicando que el baluarte electoral del chavismo está en retroceso, después de haber ganado 18 de las 19 contiendas electorales en los últimos 16 años.
De allí que para la Gran Toma de Caracas, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) busque el objetivo de deslegitimar a la Oposición a través de la narrativa de un golpe de estado. Todo está armado para hacer creer que la Oposición busca un atajo para salir de Maduro y que la movilización de Caracas es un déjà-vu del 11 de abril del 2002, cuando Hugo Chávez se vio obligado a renunciar por el Alto Mando Militar de la época. El paralelismo histórico existe. Sin embargo, en esta ocasión la Oposición cuenta con la gran mayoría del voto popular y la Constitución permite resolver la crisis por la vía electoral a través de un RR presidencial -juego ganado no se tranca.
Las reiteradas declaraciones de Maduro que "Erdogan [presidente de Turquía] quedará como un niño de pecho" indican, en un primer plano, que dentro de las Fuerzas Armadas Venezolanas hay ruido de sables, porque en Turquía un sector de las fuerzas armadas turcas fueron los que intentaron derrocar a Erdogan. Y en segundo lugar, anunciar una masiva limpieza de opositores en los centros de poder público, el cual inició con el despido de los empleados públicos que firmaron para activar el RR (1%). El objetivo principal es la Asamblea Nacional (AN).
A pesar del bloqueo con la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), la AN es el poder que intimida el accionar diario del Gobierno de Maduro. Con 8 meses de funcionamiento, la Administración de Maduro ha tenido que incurrir en una serie de irregularidades cuando ha otorgado las concesiones del Arco Minero, endeudamientos posibles ante la restructuración de la deuda, que en un nuevo gobierno podrán desconocerse. Además, quedan por nombrar los nuevos integrantes del CNE, TSJ y otros poderes públicos, porque una nueva AN tendría lugar en el 2021, y la gran mayoría de la Oposición se mantendrá por ese tiempo.
De allí que las acciones de los últimos días son encarcelar dirigentes políticos y ciudadanos con casos montados y arbitrariedades, y provocar a los dirigentes del partido Voluntad Popular. La inteligencia cubana sabe que por su juventud son los partidarios que el gobierno puede incitar para que generen violencia en la Gran Toma de Caracas.
Para la salida de la crisis política, la fortaleza de la Oposición es su gran respaldo popular en una salida constitucional, que deberá utilizar para movilizaciones en las principales ciudades del país. Así mismo, la gran mayoría en la AN con la que podrá avanzar en la correlación de fuerzas dentro de los poderes públicos. Su debilidad es la desvinculación con las fuerzas armadas por lo que una acción de calle tipo Ucrania, revolución de los colores, u 11 de abril es cuesta arriba. La amenaza es la posible insatisfacción sobre la gran expectativa para la Gran Toma de Caracas porque no saldrá la fecha de la recolección del 20% de las firmas.
En el caso del Gobierno, su fortaleza es la represión con la que busca intimidar a la Oposición. También provocarla para que haga un salto al vacío para eliminar a la AN. Su debilidad es la gran crisis social y el rechazo de las mayorías con lo que evitarán enfrentar un evento electoral en el 2016 y primer trimestre del 2017. La gran amenaza es que la violencia se les vaya de las manos y se produzca una situación de anarquía.