En la actualidad la lucha política tiene un eje común: el fracaso del gobierno para satisfacer las crecientes expectativas de una clase social que ha evolucionado en la prosperidad, tiene una mayor formación académica y está expuesta a múltiples opciones.
Las protestas que ocurren actualmente en el mundo han tenido diferentes orígenes que van desde el incremento en los pasajes del transporte en Brasil; el plan de desarrollo urbano de un parque en Turquía; el incremento en el precio de la gasolina en Indonesia; el uso de las palancas o contactos en el gobierno para tener acceso a oportunidades en Bulgaria, el costo de la educación en Chile, los planes de austeridad de los gobiernos en la Unión Europea hasta la inclusión de los diferentes sectores en Egipto.
Hace una década la mayoría de los países emergentes han experimentado un crecimiento económico que ha permitido la movilidad de una clase social, la cual mantiene un elevado nivel de la actividad productiva porque tienen una demanda agregada acelerada.
Un reporte del Instituto de Estudios de Seguridad de la Unión Europea (2012) señala que el crecimiento de este sector social será un 60% para el 2020, ubicándose en 3,2 mil millones de personas y en el 2030 representará el 59 por ciento de la población mundial (8,3 mil millones). El mayor crecimiento sería en Asia principalmente en India y China. Es la incorporación a la clase media del nuevo sector emergente.
Una clase media moderna que comprende la tecnología de información y usan las redes sociales como Facebook y Twitter para comunicar sus demandas y organizar las protestas. Así mismo, ésta clase media moderna siempre buscaría algo mejor aunque se encuentre cómoda en su zona de confort.
Moisés Naím en su último libro The End of Power señala que "el poder está cambiando de la fuerza bruta a la inteligencia, del norte al sur y del oeste al este, desde grandes corporaciones muy establecidas hacia ágiles empresas recién llegadas, de dictadores consolidados a la gente común en las plazas y el ciberespacio". Es decir, el poder está en un proceso de transformación.
La clase media es el sector de la sociedad que tiene la mayor carga del pago de los impuestos por lo que exigen al gobierno la responsabilidad del funcionamiento de las instituciones y los servicios públicos.
Mientras los sectores pobres luchan día a día por la supervivencia, la gente de la clase media es mucho más propensa a involucrarse en el activismo político para alcanzar su demanda.
En Venezuela en los últimos 14 años, 170.000 empresas del sector privado cierran operaciones y como consecuencia la inversión privada en el 2013 se ubica entre 7 u 8 por ciento del PIB; lo que hace que la clase media dependa mayoritariamente de las fuentes de trabajo que ofrece el gobierno.
En la lucha contra la pobreza e indigencia, el Gobierno de Venezuela en los últimos 14 años logra reducirla al 27,8 por ciento de la población (29,7 millones) a través del aumento de los ingresos laborales y los programas de transferencia llamados misiones. Los 6.415.200 venezolanos que salieron de la línea de pobreza se incorporaron a la franja vulnerable de la clase media que típicamente tienen ingresos diarios de 4 a 10 dólares diarios, que apenas les alcanza para adquirir la cesta alimentaria que en el mes de mayo se ubicó en 13.82 dólares diarios.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas venezolano, se incorporan al sector vulnerable 361,821 nuevos empleos desde enero hasta junio de este año, para alcanzar un total de trabajadores de 12.886.821; y el desempleo disminuye proporcionalmente colocándose por debajo de 1.000.000 de personas, el mismo período.
El estatus de clase media no significa que sus integrantes apoyan automáticamente la democracia o un gobierno eficiente. De hecho, una gran parte de la vieja clase media de Brasil fue empleada por el sector público, que dependía del clientelismo político y del control estatal de la economía. La clase media allí, y en países asiáticos como Tailandia y China, han dado su apoyo a gobiernos autoritarios cuando les parecía que esa era la mejor forma de garantizar su futuro económico.
Sin embargo, al igual que en las revoluciones europeas de 1848, el mayo francés de 1968 y la caída de la cortina de hierro en 1989, cuando la clase media encuentra una voz colectiva y comparte una visión de futuro con otros sectores de la sociedad, logra producir cambios políticos permanentes en el tiempo.
En el caso de Venezuela un factor fundamental a la hora de protestar por distintas causas -los últimos diez años- ha sido las políticas de centralización del Estado, así como la nacionalización de las empresas "estratégicas" en los distintos sectores de la economía que han generado una clase media dividida, en la cual el sector vulnerable es sujeto de la coerción social por parte del Estado.
La clase media moderna en el mundo no solamente ha retado los regímenes autoritarios si no también los democráticos. Las democracias no deberían dormirse en los laureles porque solamente realizan elecciones. Las herramientas que proporciona la tecnología de información facultan a la clase media moderna a exigir a los políticos en todos los ámbitos una calidad de vida acorde con la nueva era que hoy es representada por los principios, valores y estándares de sociedades como la de los países nórdicos.
La realidad venezolana donde la escasez de alimentos, medicinas, repuestos, etc., es cada vez mayor; la inseguridad impone un toque de queda con un parte de guerra semanal; la inflación devalúa los sueldos y salarios mensualmente; la corrupción desmejora las obras de infraestructura y limita la producción de bienes; el autoritarismo divide la sociedad excluyendo a la otra mitad de los venezolanos; constituirían condiciones que en otra latitud del planeta movilizarían a la clase media a la calle como en Turquía, Brasil, China, Chile, Indonesia, Bulgaria y Rusia.
En el mundo plano de hoy -como lo define Thomas Friedman- "el aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un huracán al otro lado del mundo" permite avivar con la más mínima variación de las condiciones actuales en la cual vive Venezuela, las exigencias de la clase media moderna y su evolución en ciertas formas donde la inclusión, la seguridad, la diversidad, la libertad, la confianza, la trasparencia, la solidez están en un proceso de mejora continua.
Por lo tanto, el liderazgo y el poder en Venezuela requieren transformarse para lograr alinear los distintos esfuerzos que realizan los diferentes factores claves de la sociedad, desde la clase media hasta los estudiantes, y así alcanzar las reivindicaciones a través de la lucha no violenta.