Nicolás Maduro, en noviembre 2013 llamó "a profundizar y tomar acciones fundamentales que le permitan al pueblo derrotar y hacerle frente a la guerra económica emprendida por la derecha opositora en contra del país". Ordenó la ocupación -tiendas en los centros comerciales de electrodomésticos, calzado, ropa y juguetes entre otros- y venta de artículos a "precios justos". "Que no quede nada en los anaqueles" fue una ofensiva de saqueo ante el desequilibrio causado por diez años de control cambiario (2003) y el incremento del 65%, del agregado monetario M1 (efectivo + depósitos a la vista en poder del publico no bancario) desde que asumió el poder ejecutivo hasta noviembre 2013. Culpó al capital especulativo de perjudicar al pueblo, y aseguró que los precios de los productos tenían un sobreprecio de hasta 1.000 %.
La población hizo largas colas para adquirir los bienes en los centros comerciales con reducciones de precios en algunos casos de hasta 70%. Fue la gran oportunidad para protegerse de una inflación oficial que estuvo en 52,6% en el mes de noviembre.
La gran ofensiva de saqueo contra el "capital especulativo" produjo un resultado electoral favorable al Gobierno en la elección de alcaldes de diciembre 2013. Sin embargo, causó poca reposición de inventarios de los bienes de consumo. Una consecuencia que alcanzó su máximo valor en febrero 2014. El índice de escasez de bienes se situó en 29,4%. En algunos reglones llegaría hasta 100%. Es decir, que ese producto estaba ausente en el mercado.
Maduro, frente al crecimiento de la tasa de inflación en diciembre a 56,2% y el índice de escasez a 22.4%, lanza la segunda ofensiva económica y promulga la Ley de Precios Justos en enero 2014, para controlar los precios y acabar con la escasez, al prohibir ganancias superiores al 30 % y estipular sanciones de hasta diez años de cárcel para los acaparadores.
Esta nueva ofensiva contra el capital especulativo es instrumentalizada a través de las inspecciones a los locales comerciales. "En 1,500 inspecciones se logró comprobar que en el 83 % de los establecimientos visitados se está cumpliendo las normas de la Ley de Precios Justos, esto me sorprende por lo alto", declaró ayer Maduro.
Los controles de precios acompañado del control cambiario, le dan al Gobierno la sensación de que puede tener la inflación controlada. Sin embargo, estos controles llevan a un tipo de cambio paralelo que ha alcanzado valores hasta 10 veces el tipo de cambio oficial. Lo que ha promovido la sobrefacturación de las importaciones y la subfacturación de las exportaciones; generando una alta rentabilidad.
"El sistema de tipo de cambio -Cadivi, Sicad 1 y Sicad 2- termina distorsionando los incentivos de producción y haciendo que la oferta efectiva de bienes importados decline, lo que conduce a una combinación de inflación y escasez". (R. Hausmann, 2013). Una inflación implícita que alcanza hoy valores de tres cifras o hiperinflación (Hanke, 2014).
Par lo cual, Maduro recurre a un incremento de 30% del salario mínimo a partir del 1 de mayo. Un aumento que no refleja ciertamente el incremento en los precios del Listado de Precios Justos. Ya que el salario mínimo ha tenido una caída en su valor dólar de 45% (2003-14).
Además los controles de precios evidencian un fuerte desequilibrio al comparar el valor correspondiente de los productos en los Listados de Precios Justos, por los diferentes tipos de cambio, con lo que cuestan en Costsco y Jeep en los Estados Unidos.
En consecuencia, las dos ofensivas económicas de Maduro han creado la mayor escasez de bienes en los últimos 15 años y hundido el poder de compra del venezolano.
Continuar con estas ofensivas de saqueo e inspección a los establecimientos comerciales generaría desequilibrios macroeconómicos mucho más grave de lo que muestran las cifras del Gobierno.
Las cuentas fiscales seguirán deteriorándose, creando un círculo vicioso: "déficits fiscales monetizados que llevan a una inflación y a una creciente brecha en el mercado de tipo de cambio paralelo que agrava el déficit fiscal" (R .Hausmann, 2013).
Por lo que la ofensiva de Maduro en lo económico conduce a su autodestrucción y en lo político al estado policial para reprimir la conflictividad social por la pauperización del país. Si continua, en algún momento, tendrá que dar una vuelta en U y retroceder por el terreno del progreso ficticio.