“Entre el conflicto y la sumisión, yo elijo el conflicto (...) el conflicto es parte inevitable de cualquier gran emprendimiento humano.” - Cayetana Álvarez de Toledo
En Venezuela, el rechazo al régimen totalitario alcanza niveles sin precedentes. Pese a la censura y represión por parte de la administración de Maduro, la necesidad de un cambio político se ha convertido en voluntad colectiva. María Corina Machado ha canalizado este sentimiento, cada vez más fuerte en una población que anhela un futuro diferente. La ganadora de las primarias el pasado mes de octubre ha redefinido el liderazgo ante la grave crisis que atraviesa el país. Su capacidad sobrepasa lo convencional al establecer conexiones más profundas con las personas e inspirar con una visión a largo plazo.
El liderazgo de María Corina también produce un cambio emocional en la gente, elemento fundamental para abrir nuevas perspectivas y soluciones. No solo toma decisiones efectivas, sino que motiva a creer en el cambio deseado. Este aspecto emocional impulsa al pueblo a seguirla, confiando en que los guiará hacia mejores días y el reencuentro con seres queridos que emigraron tras el sueño de tener una mejor calidad de vida y ayudar a los que se quedaron.
El régimen autoritario, dirigido por la “Banda de los Cinco” (Diosdado Cabello, Cilia Flores, Nicolás Maduro, Vladimir Padrino López y Jorge Rodríguez), mantiene un control férreo sobre todas las instituciones del país mediante tácticas represivas y antidemocráticas. No obstante, este dominio coercitivo no se traduce en un respaldo genuino de la población. El apoyo popular que alguna vez sustentó a Hugo Chávez y, en menor medida, a Maduro se ha desmoronado significativamente. Esta erosión del respaldo ciudadano refleja el profundo descontento de los venezolanos, agobiados por promesas incumplidas, el deterioro constante de su calidad de vida y el saqueo sistemático de los recursos nacionales.
En Venezuela, la polarización, otrora rasgo definitorio del paisaje político nacional, es cada vez más cosa del pasado. La población, desgastada por años de enfrentamientos y divisiones, busca ahora un cambio, independientemente de las características personales o económicas de Machado. Superar el resentimiento, la envidia y el odio indica un aprendizaje que podría catalizar la gran transformación del país, dejando atrás el socialismo del siglo XXI.
A pesar de los llamados a unos comicios justos, libres y competitivos, existe el riesgo latente de que el régimen madurista recurra a métodos extraelectorales para distorsionar o invalidar los resultados. Esta posible manipulación refleja un gran temor a abandonar Miraflores. La historia de Venezuela está plagada de episodios en los que el control del poder ha sido prioritario sobre la voluntad popular, y este ciclo parece dispuesto a repetirse. Sin embargo, hay un pueblo motivado a no dejarse arrebatar el triunfo.
El descontento popular es palpable, pese a la propaganda y manipulación mediática ejercida por el régimen madurista. La población no solo está interesada en votar, sino también en permanecer vigilante ante posibles fraudes electorales. Este interés activo en el venidero proceso electoral es un indicio claro de que el pueblo venezolano no se dejará engañar fácilmente por las tácticas del régimen usurpador.
Lamentablemente, no hay indicios de que la Banda de los Cinco esté dispuesta a una transición democrática. Por el contrario, la retórica y la propaganda han aumentado, evidenciando un intento desesperado por mantener el control a cualquier costo. El rechazo a una transición democrática no solo agrava la crisis, sino que también distancia aún más a la población.
La situación actual representa un desafío complejo para toda la sociedad democrática venezolana. Con un gobierno cada vez más amenazante y represivo, la lucha por un cambio pacífico y democrático se torna más difícil. Sin embargo, no debe subestimarse la resiliencia del pueblo venezolano. La historia ha demostrado que la opresión y la represión no pueden sofocar indefinidamente el deseo de libertad y justicia.
América Latina está llena de ejemplos de regímenes autoritarios que, al final, se vieron obligados a abandonar el poder. Desde la caída de dictaduras militares hasta la disolución de gobiernos autoritarios, la región ha demostrado que el cambio es posible. Venezuela podría encaminarse hacia un destino similar, donde la presión interna y externa obligue al régimen a ceder.
Las votaciones del 28 de julio podrían ser el punto de inflexión necesario para producir un cambio político decisivo en Venezuela. Sin embargo, el camino hacia este objetivo está lleno de obstáculos formales, represivos y políticos que deben superarse. La comunidad internacional y los actores internos deben trabajar juntos de manera preventiva para asegurar que este proceso sea justo y transparente.
A diferencia del pasado, la Banda de los Cinco carece de la voluntad política necesaria para manejar la situación de manera efectiva. Esta falta de compromiso podría ser un factor determinante en el colapso eventual del régimen. La comparación entre los integrantes de la Banda y figuras históricas del chavismo revela una brecha significativa en capacidad y visión por el bien común. Son operadores del saqueo del país.
Como dijimos, Venezuela se encuentra en un momento crítico de su historia. El deseo de cambio es fuerte, el descontento es palpable y las condiciones están maduras para una transición. No obstante, este proceso no será fácil ni rápido. La comunidad internacional debe apoyar a los venezolanos en su lucha por un futuro mejor, asegurando que sus voces sean escuchadas y sus derechos respetados. El camino hacia la democracia es arduo, pero con determinación y unidad Venezuela puede encontrar su camino hacia un nuevo amanecer de la mano de María Corina Machado y Edmundo González.