Los resultados del simulacro electoral del pasado domingo 20 de mayo desnudó al régimen de Nicolás Maduro, originando varias lecturas y lecciones.
La primera lectura es que Nicolás Maduro perdió definitivamente la calle. El apoyo popular se redujo a un poco más del 50 por ciento con respecto a los votos que tuvo en 2013 (7.587.579 de votos), al considerar los datos de participación medidos por la encuestadora Meganalisis y el Comando Estratégico Operacional de las Fuerzas Armadas (CEO) en el modelo desarrollado por Inter American Trends el 2 de mayo. Un modelo que presenta una desviación de 2,78 por ciento con los resultados anunciados por la presidente del Concejo Nacional Electoral Tibisay Lucena. Por cierto, el número de participación del CEO coincide con el valor obtenido por las encuestadoras en el porcentaje de votantes efectivos, -son aquellos "Muy Seguros" o "Muy Dispuestos" a ir a votar- la semana anterior al simulacro electoral (30,5%).
Este resultado también muestra indirectamente la aprobación de la gestión de Nicolás Maduro ese día, situándolo en el punto más alto de rechazo (79,70 por ciento) desde mayo 2013, cuando obtuvo la presidencia. Según Datanalisis, la correlación entre el resultado del CNE y las votaciones obtenidas por Hugo Chávez más Maduro es 0,88, por lo que el incremento del rechazo a Maduro permite pensar que la maquinaria del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) no logró movilizar a toda la militancia chavista.
Maduro y el Movimiento Somos Venezuela sabían que la participación era clave en el "simulacro electoral". La elección se había convertido en un plebiscito, por lo que había que obtener 50 por ciento más 1, porque históricamente la participación en las elecciones presidenciales ha estado por encima del 60 por ciento desde 1958.
Las sanciones de la OFAC del Departamento del Tesoro de Estados Unidos a la familia Cabello, y a su mejor amigo, dos días antes de la votación confirmaron la tesis de la salida de la familia Cabello de la administración de Maduro, por lo tanto debía esperarse la reacción de Cabello. El domingo se vengaron, la maquinaria del PSUV que dependía de los Cabello se inmovilizó. Maduro hizo control de daños apelando a la figura de Chávez en las declaraciones dadas a la prensa después de votar muy temprano, además usó de nuevo el color rojo, vino tinto, en su vestimenta. Aún así, el resultado del "efecto Cabello" fue 670 mil votos menos para Maduro, según los cálculos con el dato de participación del CEO.
Una segunda lectura es que no todos los venezolanos que consideran útil tener el Carnet de la Patria, 5.807.250, votaron por Maduro. De esta población se abstuvieron de ir a sufragar 3 de cada 10, y del universo total de carnetizados, 7. Es decir, el pueblo que depende de las bolsas de comida CLAP para alimentar a su familia retó al régimen de Maduro, al no dejarse coaccionar. En este sentido, 10.284.313 venezolanos con Carnet de la Patria boicotearon el simulacro electoral. Al evaluar las personas que reciben ayudas en dinero, el dato es que 6 de cada 10 fueron a votar por Maduro.
La tercera lectura es que las dos terceras partes de los venezolanos no asistieron al simulacro electoral de Maduro. La gran mayoría se quedó en su casa cómo lo sugirieron algunos líderes de la oposición y la comunidad internacional. En esta oportunidad, la confianza de que hay un futuro sin Maduro la proporcionó la comunidad internacional. Las sanciones de la Administración Trump a los Cabellos dos días antes del simulacro electoral lo ratificó. Los líderes de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) han perdido credibilidad y competencias para dirigir la hoja ruta de la salida de Maduro. El pasado domingo, la fe y confianza fue puesta en Luis Almagro, Donald Trump, Mike Pence, Marco Rubio, Mike Pompeo, John Bolton, Sebastián Piñera, Mauricio Macri, Juan Manuel Santos, Iván Duque Márquez, Chrystia Freeland, Federica Mogherini, entre otros. Es una relación idílica de la realidad porque es necesario la unidad del liderazgo opositor para asegurar un gobierno de transición, en la que todos los factores son importantes. Es tal la confianza en la comunidad internacional que ese 68 por ciento aceptaría una invasión militar extranjera para salir de la pavorosa crisis venezolana.
Por lo que las lecciones del simulacro electoral fueron:
la abstención es una forma de elegir;
hay una mayoría silenciosa dispuesta manifestar de forma segura;
los votantes con Carnet de la Patria han perdido el miedo al chantaje; y
la comunidad internacional tiene una gran parte del liderazgo que mueve la mayoría del pueblo venezolano.