La estatal petrolera de Venezuela, PDVSA, y el Ministerio de Petróleo pasaron a ser comandadas por el Mayor General de la Guardia Nacional Manuel Quevedo desde el pasado domingo. Una designación que busca “una reestructuración total” de la petrolera, en un momento de colapso total de la empresa. Nicolás Maduro escribió en su cuenta de twitter: “llegó la hora de una Nueva Revolución en PDVSA”.
Maduro sustituyó a dos ejecutivos con más de 30 años experiencia laboral en PDVSA, Nelson Martínez y Eulogio del Pino, de la dirección de PDVSA y el Ministerio, respectivamente. Ambos, identificados con “el proceso chavista”, que continuaron con la cultura “roja, rojita” introducida por Rafael Ramírez en 2004.
La “nueva PDVSA, roja, rojita” -de entonces- tenía los objetivos de “la distribución popular y revolucionaria de la renta Petrolera, el empoderamiento del Poder Popular, el sostenimiento y desarrollo de los programas para incluir y reivindicar a nuestro Pueblo pobre, la solidaridad internacional”. Fue la empresa que le permitiría a Hugo Chávez usar sus recursos sin ninguna contraloría, al punto que se encuentra desahuciada hoy en día.
Nelson Rockefeller decía que “el mejor negocio del mundo es el petróleo”, y el segundo mejor negocio del mundo “es el petróleo mal administrado’”. Su experiencia en la Creole (1935-1940) le permitió llegar a esa conclusión, porque se refería a la rentabilidad del negocio, muy distinto al criterio actual “rojo, rojito” de maximizar la renta a como dé lugar, por ello, el maquillaje de los números de la PDVSA “roja, rojita” durante 14 años.
El ciclo de los altos precios del petrolero 2004-2008 y 2010-2014 permitió destruir valor, al caer la producción de PDVSA desde 2011 y esconder la ineficiencia operacional.
Hace 3 meses Maduro realizó un enroque entre Martínez y Del Pino, buscando que Martínez, como presidente de PDVSA, lograra “fortalecer las asociaciones con compañías extranjeras que operan en la Faja del Orinoco al mejorar sus participaciones, al mismo tiempo que aumentara la capacidad de refinación e incrementará la producción”.
Los resultados están a la vista: PDVSA no tiene caja, ni producción propia suficiente, a tal punto que, en agosto y septiembre, Martínez tuvo que recurrir al crudo de las socias en las empresas mixtas para suplir las refinerías nacionales, porque la escasez de gasolina se extendía a Caracas, ya que no podía usar los dólares de las exportaciones de petróleo para seguir importando productos refinados desde EE. UU, porque tenía el pago de los bonos PDVSA en octubre y noviembre.
La empresa que le permitió a Hugo Chávez mantener el poder por 9 años a través las misiones (programas sociales), los fondos creados fuera del presupuesto nacional, y el subsidio de la factura petrolera a los países (Petrocaribe-Alba) es intervenida por Maduro -una empresa estatal intervenida por el mismo Estado después de 5 años de su gestión- para responsabilizar a otros de la grave crisis que atraviesa.
Por ello, la nueva administración tiene la misión de acabar con la cultura organizacional de la “PDVSA roja, rojita” de Ramírez. La estructura organizacional tipo “gang” es el blanco. Maduro y su Administración usan la corrupción para sacarlos del negocio; van 50 gerentes hasta ahora, según el fiscal designado por la Asamblea Constituyente Tarek William Saab. Señaló además que ha habido “el maquillaje de cifras de $1,156 millardos a efectos de barriles de crudo no producido” -una práctica para legitimar capitales.
La razzia en PDVSA se extiende hasta su filial estadounidense, Citgo, con la detención de 6 de sus altos directivos, por “irregularidades detectadas en la firma el 15 de julio de un acuerdo para refinanciar los programas de bonos 2014 y 2015 por hasta $4 millardos dólares”. Según Saab, el documento de refinanciación establecía condiciones de préstamo “leoninas y desfavorables” para PDVSA, ofreciendo como garantía a la propia Citgo, lo que ponía en riesgo la estabilidad de la empresa.
Todo parece un montaje, porque en julio la calificación de riesgo de PDVSA era “CC” según Standard & Poor, lo que afecta la tasa de interés de cualquier préstamo o refinanciamiento. Además, estas operaciones no se realizan sin estar informada la línea de mando de PDVSA. Hay que recordar que en 2017 PDVSA tenía la mayor carga del servicio de la deuda financiera pública venezolana (60%). Adicionalmente, no fue hasta el mes de agosto –un mes después de la firma del acuerdo-, cuando Trump limitó la transferencia de recursos de Citgo a PDVSA.
Maduro hace caída y mesa limpia en PDVSA y sus filiales. Necesita imponer la “obediencia ciega a la autoridad” en la “Nueva PDVSA”. La “roja, rojita” de la militancia de los últimos 13 años le estorba, porque su intención es entregar las operaciones propias de PDVSA a Rusia y China, por lo que la misión del M/G (GNB) Quevedo es cumplir las órdenes. Y como él, su equipo gerencial. De allí la razzia en esos niveles. Serán sustituidos por oficiales leales a Maduro.
El tiempo determinará si el M/G Quevedo logra cumplir con la tarea asignada, porque el componente de la Guardia Nacional es el más expuesto a la corrupción. Además, ¿de dónde van a salir las divisas para levantar la producción en 1 millón de barriles por día?, cuando el Estado está seco de dólares.
La “Nueva Revolución en PDVSA”, la de la obediencia ciega a Maduro, será el camino para entregar las operaciones de la producción propia de PDVSA a Rusia y China, de lo contrario, es el ocaso de la estatal petrolera venezolana.