La decisión del gobierno de Venezuela el pasado lunes 2, de solicitar a la Embajada de Estados Unidos el ajuste del tamaño de su embajada a 17 funcionarios y pedir visa para el ingreso a Venezuela por parte de los ciudadanos americanos como medida diplomática de reciprocidad, deja por fuera a varias decenas de funcionarios venezolanos que laboran en los nueve consulados de Venezuela en Estados Unidos.
Si el criterio de reciprocidad se aplica, el gobierno de Maduro estaría cerrando todas las oficinas consulares en los Estados Unidos, es decir, Venezuela se quedaría sólo con la representación consular en la cuidad de Washington, D.C. En la práctica, disminuiría la representación y protección de los intereses de la nación en un mercado clave para el país. Venezuela se aislaría de la mayor economía mundial.
En el mismo tiempo, Cuba continúa con el reencuentro diplomático con los Estados Unidos para restablecer las relaciones comerciales con el mercado americano. Y, la Administración de Maduro elige -por propia vocación- el aislamiento y hacer de Venezuela una trinchera en lo político-económico.
De un mismo tenor racional ocurre con la implantación del Sistema Marginal de Divisas (SIMADI) -sistema que vende dólares a través del canje de títulos valores bajo la supervisión del BCV-, que a menos de un mes el mercado paralelo determina una depreciación del bolívar con respecto al dólar de 38%, colocándose en un valor de Bsf. 264 por dólar.
Este comportamiento del bolívar-dólar muestra como en el mercado marginal no hay suficiente oferta de dólares para satisfacer la demanda de los sectores que no tienen acceso al dólar controlado por parte del gobierno de Maduro (6,30 y SICAD).
Muy contrario a la decisión del Gobierno de Maduro de cancelar $1.500 millones correspondientes al servicio de la deuda externa venezolana con vencimiento este mes. La Administración de Maduro para levantar el cash ha liquidado al 50% las cuentas por cobrar a la Republica Dominicana por el concepto de envío de petróleo y/o productos bajo el convenio de Petrocaribe y endeudado a la filial de PdVSA en Estados Unidos, Citgo, en $2,500 millones -agotándole la capacidad de financiamiento futuro.
La razón es que a los grupos financieros asociados a la boli-oligarquía venezolana, al narcotráfico, y a la banca internacional de capitales les afecta en sus cuentas (haberes) una situación de suspensión de pagos de la deuda por parte del gobierno de Maduro. Además, muchos de estos grupos se han apalancado en operaciones financieras en dólares con los bonos soberanos venezolanos y de PdVSA.
Mientras que la población padece los efectos de la falta de dólares para la importación de alimentos, medicinas y materia prima para la industria, el capital recibe, a como dé lugar, su inversión e intereses por los bonos adquiridos. Una contradicción aparente con el mensaje revolucionario de la nomenklatura del PSUV –candil de la calle y oscuridad de la casa.
Con todos estos significados, los círculos políticos de Washington la pregunta que se hacen es quién está asesorando al Gobierno de Maduro. El secretario de Estado, John Kerry, dijo el 24 de febrero que "Venezuela es el único país al que molesta el proceso de normalización de relaciones con Cuba iniciado por el Gobierno de Barack Obama el pasado diciembre".
Pareciera que los asesores del gobierno de Maduro no han actualizado el manual cubano de la implantación del socialismo, de que "el socialismo fracasa cuando se les acaba el dinero... de los demás". (Margaret Thatcher)
La hoja de ruta que sigue el gobierno de Maduro es la de tener el pretexto del aislamiento para limitar las libertades y la prosperidad económica del pueblo venezolano, un pretexto que le sirvió al régimen cubano durante 54 años. Sin embargo la realidad actual llevó al Gobierno cubano a buscar otra chequera diferente a la venezolana. Y, en esta ocasión se abrazan al mercado americano.
Con o sin intención, las recomendaciones -si las hay- desde la Isla hacen que Nicolás Maduro tome decisiones desafortunadas dentro del contexto de las nuevas relaciones Cuba-Estados Unidos. Maduro presenta una imagen de que "va de un lado a otro", sin rumbo fijo... es como si deambulara o divagara, sin un objetivo claro.
En otro aniversario de la muerte de Chávez, Maduro se encuentra en su punto más débil y muestra un comportamiento errático.