Los factores internacionales favorables para mantener el usurpador en la Presidencia afirman que si no hay un entendimiento con Maduro "hay guerra". Así lo afirma el ex presidente uruguayo José "Pepe" Mujica cuando dice que la crisis de Venezuela plantea la disyuntiva dramática: "paz o guerra". Busca, con esto, una negociación entre las partes, y en consecuencia más tiempo para que Nicolás Maduro siga usurpando el poder ejecutivo.
El ala izquierda del Partido Demócrata estadounidense refuerza el relato para alargar el cese de la usurpación de la Presidencia. La representante de Hawái Tulsi Gabbard dijo a través de su cuenta de Twitter que Estados Unidos debe "dejar que el pueblo venezolano determine su futuro" –derecho de autodeterminación–. La representante de Minnesota Ilhan Omar afirmó que "un golpe de Estado respaldado por Estados Unidos en Venezuela no es una solución a los graves problemas que enfrentan". Y el ex candidato presidencial y senador por el estado de Vermont Bernie Sanders tuiteó que Estados Unidos "no debe estar en el negocio del cambio de régimen [Venezuela] o el apoyo a los golpes de Estado".
Mientras tanto, la presidente de la Cámara de Representantes del Congreso y líder de los demócratas de Estados Unidos, Nancy Pelosi, informó el respaldo que le brinda al líder opositor, Juan Guaidó.
"Apoyo la decisión de la Asamblea Nacional, la única institución democrática restante en Venezuela, de reconocer a Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, como el presidente interino hasta que se puedan celebrar elecciones completas, justas y libres", expresó Pelosi.
Asimismo, el Grupo Internacional de Contacto de la Unión Europea (España, Italia, Portugal, Suecia, Alemania, Francia, Países Bajos, Reino Unido, Uruguay, Costa Rica y Ecuador) aprobó una declaración la semana pasada que reclama elecciones presidenciales en Venezuela, mientras que Bolivia y México no la suscribieron.
México, Bolivia y algunos países de la Comunidad de Caribe promueven la agenda denominada el Mecanismo de Montevideo, que incluye las fases: diálogo, negociación, compromisos y suscripción de acuerdos, así como los mecanismos para su verificación.
Una hoja de ruta que busca ganar tiempo, similar a lo que sucedió con el referéndum revocatorio presidencial de 2016, cuando Maduro lo anuló con el diálogo patrocinado por la Santa Sede.
En este momento, el tiempo es determinante para que Venezuela regrese a la democracia o siga la dictadura del usurpador.
Las tres fases (cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libre) establecidas por el presidente interino, Juan Guaidó, para el retorno a la democracia tienen una ruta crítica de once meses, iniciando el 23 de enero.
La primera fase, cese de la usurpación, es la actividad más corta, de tres a cuatro semanas, por lo que cualquier retraso en la misma, desplaza el tiempo de las dos siguientes fases paralelas, con una diferencia de inicio entre la segunda y tercera de tres semanas.
En cuanto a la fase tres, elecciones libres, justas y competitivas, el tiempo de duración mínimo es de 32 semanas.
Según Súmate las principales actividades a ejecutar en esta fase son:
realizar los cambios institucionales necesarios en el Poder Electoral, el Poder Judicial y el Poder Ciudadano;
conformar un CNE imparcial, designación de los rectores, directores de cada Oficina Regional Electoral, los coordinadores de los centros de votación y personal técnico operativo;
restablecer la libertad de postulación de candidatos e inscripción de partido; actualizar el Registro Electoral, así como de catastro e infraestructura dentro y fuera del país; y
revisar las máquinas de votación, sistemas de transmisión y totalización y RE, si se mantiene el sistema de voto electrónico. En caso de voto manual preparar el material electoral para tal fin.
En el caso de Maduro, las cuatro fases del Mecanismo de Montevideo tienen duración infinita. El objetivo es mantener el poder.
En ese sentido, Maduro busca atacar la unidad de los partidos de oposición alrededor de Juan Guaidó, desgastándolos con el transcurrir del tiempo en el ejercicio de la Presidencia interina, mientras Maduro no deja la usurpación. Lo que podría generar contradicciones en la toma de decisiones tácticas entre los factores que integran la Unidad, y así debilitarla –como lo ha hecho en el pasado.
Una estrategia similar a la que Hugo Chávez utilizó en 2002, cuando altos mandos de la Fuerza Armada Nacional se declararon en desobediencia y ocuparon la plaza Altamira al este de Caracas. Después de 3 meses la acción se redujo a cero, porque no tuvo eco en la cúpula militar que sostenía a Chávez en el poder.
Otra acción que limita el ejercicio del poder de Guaidó es el bloqueo de la ayuda humanitaria internacional por parte de Maduro y la cúpula militar.
Por el otro lado, Guaidó sabe que las recientes medidas tomadas por el gobierno de Trump reducen al mínimo el efectivo de divisas que recibe el régimen usurpador. A medida que transcurre el tiempo, las arcas del Estado se secarán, con lo que podrían surgir contradicciones entre la cúpula que sostiene a Maduro. Y en consecuencia, solicitarle que abandone la Presidencia.
Otra acción que favorece a Guaidó es meter la ayuda humanitaria con el apoyo de una fuerza internacional para demostrar que gobierna con la confianza de la mayoría.
Además, Guaidó en esta cruzada por la democracia de Venezuela debería considerar renunciar a la disciplina del partido para convertirse en el líder de todos los venezolanos y representar con todas sus acciones a todo el espectro de la sociedad venezolana.
Mientras Maduro requiere la táctica de la dilación, Guaidó necesita la precisión.