Nicolás Maduro, líder del Cartel de los Soles según la Fiscalía de Estados Unidos, recurre al ayatolá Hassan Rouhani, presidente de la República Islámica de Irán -país que presta apoyo financiero, material y logístico a grupos terroristas y militantes en todo el Oriente Medio y Asia Central-, para resolver la grave crisis de gasolina que atraviesa el país bolivariano.
Desde que Rosneft abandonó el país por las sanciones impuestas por el gobierno de Trump en febrero y marzo de este año a las dos empresas filiales que comercializaban el petróleo venezolano, la importación de combustible ha caído al suelo. La compañía rusa, que llegó a manejar 70% de las exportaciones de crudo de la petrolera estatal Pdvsa, suministraba productos refinados a través de un mecanismo de trueque a la Empresa Criminal que surgió durante el Estado criminal de Chávez y se fortaleció con el Estado mafioso-fallido de Maduro.
La escasez de gasolina en Venezuela fue producida por los años de saqueo de “la Pdvsa roja, rojita” a la industria petrolera. La falta de mantenimiento e inversión llevaron a las refinerías de Amuay, Cardón, Bajo Grande, El Palito, Puerto La Cruz y San Roque a su paralización, hasta el punto de que hoy no producen gasolina. La demanda interna de combustible fue zanjada, entonces, con la importación. Esto a pesar de los intentos de levantar, primero, la refinería El Palito y, ahora, Cardón. Esto último la Empresa Criminal pretende lograrlo con la ayuda del régimen de los ayatolás. El puente aéreo desde Teherán hasta el aeropuerto de Las Piedras, en el estado Falcón, no ha dado el resultado esperado: una producción confiable de gasolina.
Ha transcurrido un mes desde que el primer vuelo de la aerolínea persa Mahan Air, sancionada por Estados Unidos, aterrizó en la península de Paraguaná, y aun así la escasez de gasolina se acentúa en todo el país. La importación de combustible por Wilmer Ruperti a través de Maroil Trading Inc., a principio del mes pasado, tampoco ha sido suficiente para cubrir la demanda interna de 80.000 barriles por día, 40.000 barriles menos de la que había antes del confinamiento por la pandemia del covid-19.
La cadena de suministro para cubrir este requerimiento, sin producción nacional, necesita de un suplidor confiable como lo fue Rosneft. Algo que será difícil, porque las compañías comercializadoras que tengan relaciones con Pdvsa serán sancionadas más temprano que tarde por el Tesoro de Estados Unidos, de acuerdo con la Orden Ejecutiva 13884. La aplicación de esta medida las llevaría a perder el mercado que utiliza el dólar para transar la mercancía, como les ocurrió a las dos filiales de la petrolera rusa hace dos meses.
Por lo tanto, consciente de que la crisis de la gasolina es una bomba de tiempo que puede estallar en cualquier momento, Maduro recurre en un intento desesperado al régimen de los ayatolás. Busca poner en marcha instalaciones del Complejo Refinador Paraguaná, que estuvo siendo operado por Rusia en 2019. En esta ocasión apuesta a Irán, que está también sancionado por el gobierno de Trump. Así que no tienen que preocuparse por consecuencias comerciales para las empresas que se relacionen con Pdvsa.
Esta negociación, además, le permite a Rouhani entrar al patio trasero de la gran potencia americana para vengar la muerte del general Qasem Soleimani, quien fue eliminado por las fuerzas estadounidenses a principios de este año.
Hasta ahora el conflicto entre Irán y Estados Unidos se ha circunscrito al golfo Pérsico y al Medio Oriente. Sin embargo, el envío de los tanqueros iraníes al país suramericano abre la posibilidad de otro teatro de operaciones, dentro de la guerra asimétrica que sostiene Teherán contra Washington. Para ello, usa la narrativa de que lleva gasolina a Venezuela porque está padeciendo las “sanciones criminales” de Estados Unidos.
Para reforzarla, advierte en una carta dirigida al secretario general de la ONU, que Irán tomará medidas contra Estados Unidos si amenaza su envío de combustible a Venezuela. Asimismo, usa el canal del embajador de Suiza para que comunique al Departamento de Estado la advertencia que supondría “cualquier posible amenaza” contra sus navíos.
La intención del Maduro y Rouhani es clara: “romper” la estrategia de máxima presión del gobierno de Trump contra la Empresa Criminal de Venezuela. Si lo logran significará la pérdida de autoridad de la potencia americana en su continente, y todos los países que tienen vínculos con el Estado mafioso-fallido podrían envalentonarse y usar la misma narrativa.
Por otro lado, si Estados Unidos disuade por la fuerza a los tanqueros iraníes para que regresen a su país, el régimen de los ayatolás podría tomar represalias en el estrecho de Ormuz, lo que dispararía el precio del petróleo a 100 o más dólares. Un escenario que Irán desea para perjudicar aún más la economía de Estados Unidos y, en consecuencia, la reelección de Trump en noviembre.
Ante esta situación, Trump, los presidentes que integran Grupo de Lima y los que invocaron la aplicación del TIAR contra el Estado mafioso-fallido de Maduro, deben alertar con determinación al Consejo de Seguridad de la ONU y a la comunidad internacional de la provocación que representa el envío de los tanqueros de Irán a Venezuela. Además, exigir a Rouhani que evite una escalada de tensiones en el continente, y que si prosigue con su provocación se reservan el derecho de tomar todas las medidas oportunas y necesarias, incluidas acciones decisivas para asegurar sus derechos legítimos de asistencia recíproca interamericana, porque si se acepta la narrativa Rouhani, patrocinador de grupos terroristas, y de la Empresa Criminal de Maduro se abrirá la puerta para que los tanqueros iraníes sirvan de caballo de Troya para transportar combustible, armas, equipos, cocaína, oro, entre otros, con consecuencias inimaginables para la región.
Por ello, Maduro y Rouhani se alían para retar a Trump en Venezuela.