El pasado 8 de julio, el ministro de Petróleo y presidente de PDVSA, mayor general Manuel Quevedo, junto a trabajadores de ambos organismos participaron en una misa que se realizó en la sede de la empresa estatal petrolera en Caracas, para rogar a Dios que intercediera en el incremento de la producción de crudo.

Las plegarias elevadas por la familia Quevedo ilustran el nivel de incertidumbre en la que se encuentra PDVSA para incrementar la producción de petróleo en Venezuela. Es una conducta típica en pacientes con enfermedades terminales, en la que después de intentar todas las opciones recomendadas por los médicos, la familia pone en mano de Dios la salvación de su ser querido, esperando un milagro, por lo que se infiere que el presidente de PDVSA recurre a la voluntad de Dios para salir del desplome de la industria petrolera.

Quevedo sabe que cada día que pasa en la presidencia de PDVSA, la producción de petróleo cae 2.000 barriles por día (bpd). En siete meses, la caída ha sido de 494.000 bpd, equivalente a la producción mensual de Catar o Ecuador, según las fuentes secundarias de la OPEP. Y a fin de año, si se mantiene la tendencia, Venezuela dejará de producir cerca de 800.000 bpd, lo que será la mayor destrucción de valor económico en 104 años de producción petrolera en Venezuela. Por ello, Quevedo necesita maquillar los resultados que entrega directamente a la OPEP, buscando levantar la moral de los trabajadores de PDVSA para ver si así puede salir de la falta de bombeo de crudo.

Ángel González, gobernador de Venezuela ante la OPEP, mostró los números el sábado pasado en la reunión conjunta entre el ministerio de Petróleo y PDVSA, en la que se analizó las cifras de producción del primer semestre del año 2018 y los compromisos OPEP.

González dijo que “el país produjo 1.570.000 bpd de petróleo pesado, 90.000 bpd de líquidos de gas y los 70.000 bpd en productos condensados durante los primeros seis meses de 2018”. Además, agregó que “en los últimos cuatro meses hemos [PDVSA] logrado detener la baja de producción, es importante porque hemos estabilizado la producción en el país”.

Asimismo, el gobernador de Venezuela ante la OPEP indicó que “las fuentes secundarias que usa la OPEP para calcular el bombeo venezolano, que cifró en su último informe en 1.340.000 bpd, “no incluyen” los crudos pesados y extrapesados “que van a los mejoradores” de petróleo.

La nueva nomenclatura de PDVSA, Quevedo et al., abultan de nuevo las cifras de producción de crudo para justificar los ingresos que obtiene Venezuela de la comercialización de hidrocarburos.

Tanto Rafael Ramírez como Eulogio del Pino en su paso por PDVSA y el ministerio usaron esta misma práctica, la diferencia entre la producción real (fuente secundaria) y la facturada (comunicación directa con ministerio de Petróleo), lo que ha supuesto un mecanismo de legitimación de capitales para las agencias de inteligencia internacionales.

Cuando Quevedo llegó a PDVSA en noviembre del año pasado con la misión de demostrar la corrupción en la estatal petrolera para sacar a Rafael Ramírez de la línea de sucesión de Hugo Chávez, por la crisis de gobernabilidad en Venezuela, el ministerio público usó como causa para acusar y detener a Nelson Martínez, anterior presidente de PDVSA y exministro de Petróleo, el maquillaje de las cifras de PDVSA.

En ese mes de noviembre, el volumen de producción de petróleo de Venezuela fue 1.834.000 bpd según las fuentes secundarias de la OPEP y 1.837.000 de acuerdo a la comunicación directa con el ministerio de Petróleo, una diferencia de 3.000 bpd, lo que demostró que las administraciones anteriores de Rafael Ramírez, Eulogio del Pino y Nelson Martínez habían manipulado los números. Ocurrió lo mismo en diciembre 2017. La diferencia de la producción de crudo de Venezuela entre las dos fuentes de la OPEP fue 26.000 bpd a favor de las fuentes secundarias. En ambos meses las diferencias fueron insignificantes. Por lo tanto, las fuentes secundarias de la OPEP incluyeron los crudos pesados y extrapesados que van a las refinerías, y no sumaron la producción que se envía a los mejoradores de petróleo extrapesados porque la sumarían dos veces. Sin embargo, a partir de enero 2018 las diferencias vuelven a ser significativas, sobre todo en enero, mayo y junio.

Por otro lado, la estabilización de la producción de petróleo en Venezuela los últimos cuatro meses, según González, no se sostiene con la evidencia de la actividad de taladro que es uno de los principales factores contribuyentes para el incremento del bombeo de crudo.

La caída constante del número de taladros operados por las empresas internacionales como: Halliburton, Schlumberger, Baker Hughes, entre otras, ratifican la caída de la producción.

Según los datos de la OPEP, Venezuela posee 42 taladros propios con los que hace trabajos menores a los pozos. La rehabilitación y reacondicionamiento de pozos que permiten recuperar/aumentar la producción son ejecutados con los equipos contratados a empresas internacionales, por lo que el movimiento de estos taladros se registra en el informe mensual de Baker Hughes. Y según sus datos, Venezuela alcanzó en junio el número más bajo de plataformas de perforación desde enero 2003, cuando ocurrió el paro petrolero.

El aumento de la actividad de taladro (50) en diciembre de 2017 no genera la estabilización de la producción de petróleo sugerida por el gobernador de Venezuela ante la OPEP. Sin contar, otros factores que afectan el comportamiento de la producción como son: la fuga de los trabajadores y el robo de equipos que ocurren actualmente.

La situación de PDVSA es la crónica de una muerte anunciada, por lo que Quevedo recurre a un milagro para ver si se puede salvarla. En el negocio petrolero “no basta rezar, hacen falta muchas cosas para conseguir” el aumento de la producción. Por ahora, todo indica que Quevedo y la nomenclatura solo oran.



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