Este sábado, la fase de la inscripción de los precandidatos para la primaria de octubre culminó con catorce inscritos. Los dos precandidatos con mejor opción después de María Corina Machado, Er Conde del Guácharo y Manuel Rosales, decidieron no acompañar la elección.
Er Conde demostró, una vez más —lo hizo en la presidencial de 2006 cuando dio libertad a sus simpatizantes para que votaran por Chávez o Rosales—, la falta de compromiso con una candidatura que represente las fuerzas democráticas. Y el gobernador del Zulia empleó “el por si acaso”. Inscribe un precandidato comodín que nadie conoce para proteger sus intereses. Los lazos con el régimen de Nicolás Maduro lo obligaron a jugar en todos los tableros. Tiene un mes para decidir qué es lo que más le conviene: incorporarse a la primaria o ir directo a la presidencial de 2024.
Según las últimas encuestas, Rosales —uno de los candidatos escogidos por el oficialismo para 2024— tiene una probabilidad baja de ganar la primaria. Al igual que Maduro la presidencial en una elección libre, justa y competitiva.
Inhabilitaciones
Ante esta situación, el régimen desarrolla la narrativa política sobre la inhabilitación de candidatos para influir en los electores de la primaria, como una forma de desarticular la conexión que hoy María Corina Machado tiene con el pueblo.
“Quiero desde aquí anunciar públicamente que hemos decidido de manera oficial solicitar la inhabilitación inmediata de María Corina Machado por haber solicitado el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca), las sanciones y bloqueo”, escribió el empresario afín al chavismo y excandidato presidencial Luis Ratti en su cuenta oficial de Twitter.
Asimismo, José Brito, diputado alacrán de la Asamblea Nacional 2020, fue el pasado lunes a la Contraloría General de la República para “solicitar información del estatus de la señora María Corina Machado, si está inhabilitada o no para postularse [a la primaria]”.
Esta narrativa busca fijar en la conciencia colectiva opositora el mensaje de la praxis política usada por el régimen de Daniel Ortega en su cuarta reelección presidencial (2021). Arrestar a opositores políticos y líderes de la sociedad civil para eliminar la amenaza al triunfo, sin importar las consecuencias (sanciones) por parte de los gobiernos democráticos.
Algo sin precedentes en la historia moderna de América Latina: un regreso a las dictaduras al estilo de la Guerra Fría.
Dentro del manejo de esta expectativa negativa, la contranarrativa —por parte de juristas, influenciadores, y dirigentes políticos— sería que Nicolás Maduro va a ser juzgado por la Corte Penal Internacional debido a la reanudación de la investigación por la comisión de crímenes de lesa humanidad en Venezuela. Una realidad que debería cortar sus aspiraciones a la reelección presidencial, pues compromete la salida política a la crisis socioeconómica del país. Nadie quiere hacer negocios ni tener relaciones con un criminal de lesa humanidad.
Cisne negro
El cálculo de Rosales, tras una actuación “responsable e inteligente” —adjetivos con los que él mismo definió su decisión—, es ser el candidato de la Unidad una vez que ratifiquen la medida que desde 2017 y por 15 años impide a Capriles ejercer cargos públicos e inhabiliten a los principales contendores que colocan en riesgo el triunfo de Maduro en la elección de 2024.
Asimismo, el conocimiento adquirido sobre la decisión de abstenerse en los procesos electorales ha enseñado que hay que participar en las votaciones porque es el medio para provocar los cambios en una democracia. Además, si la participación es masiva no hay sistema ni cuerpo electoral para sustentar un fraude.
La experiencia fue la elección a gobernador en el estado natal del comandante eterno, Barinas. En la primera votación (21 de noviembre de 2021), la totalización del resultado fue suspendida por el Tribunal Supremo de Justicia al considerar un recurso de amparo en contra del proceso electoral. A boca de urna la victoria era para el candidato opositor, quien además fue inhabilitado para postularse a cargos públicos en la repetición de los comicios.
El hecho llevó a que la oposición postulara un tercer candidato a última hora, después de que el régimen judicializó la participación de la segunda candidata seleccionada.
La nueva elección del 9 de enero de 2022 resultó impredecible, produciendo lo que se conoce como un “cisne negro”.
El gobernador del Zulia, su partido y la tarjeta electoral están habilitados. En un escenario similar al de Barinas, Rosales aspiraría a convertirse en el candidato opositor en 2024. Como dijo: “Cuando se habla del tema electoral todo es posible”.
Todos o ninguno
Ocho de cada diez venezolanos rechazan la gestión de Maduro, según las últimas encuestas, lo que lo convierte en un candidato con una opción baja para reelegirse el próximo año. Sería superado con facilidad por una buena parte de los precandidatos opositores en una elección libre, justa y competitiva.
El estallido de la burbuja económica en las zonas más pudientes de Caracas que echó por el suelo la consigna “Venezuela se arregló”, un salario mínimo miserable, de nuevo la escasez de la gasolina, los continuos cortes de la electricidad y la falta de los servicios públicos obligan a Maduro a buscar una estrategia que arrastre el voto de la militancia del PSUV.
En este sentido, se propone adelantar las elecciones a alcaldes y gobernadores para que coincidan con la presidencial. El mensaje es “O remamos juntos para salvar este barco a pique o nos hundimos todos”, según un tweet del exministro de Comunicación e Información de Chávez, Andrés Izarra.
Es la estrategia para ver si puede evitar una derrota electoral por el arrollamiento popular de María Corina si no logra apartarla de la carrera presidencial. “Incorporar a sus alfiles locales y regionales en la contienda”, arriesgando el capital político de todos para salvarlo. Sabe que dentro del PSUV tiene rechazo. La última purga del grupo de Tareck el Aissami lo demostró. Entonces, hace este movimiento de “todos o ninguno”.
Conclusión
El nuevo panorama electoral muestra la consolidación de la candidatura de María Corina después de las inscripciones en la primaria; el manejo de la expectativa negativa por parte del régimen para desmotivar a un pueblo que tiene la esperanza de la reunificación familiar y de salir de la pesadilla del madurismo —no es bloqueo es saqueo—; el cálculo de Rosales de ser el cisne negro de la elección en 2024; y, en última instancia, Maduro —amenazado por la CPI—, convocando las elecciones de gobernador, alcaldes y legisladores regionales junto con la presidencial para aferrarse al poder.