En la elección presidencial del pasado 14 de abril en Venezuela, tanto el candidato opositor Henrique Capriles como el virtual ganador Nicolás Maduro, propusieron hacer un reconteo de los votos al ser muy cerrada la diferencia, de 1.49% para el triunfador.
Hasta este momento, los márgenes de triunfo de Chávez sobre sus contendores fueron amplios, con un promedio del 15%. Sin embargo después del referéndum presidencial del año 2004, el gobierno se planteó la necesidad para perpetuar la continuidad del proyecto revolucionario bolivariano, el Socialismo del Siglo XXI (S SXXI), crear un marco legal y legitimo ante el pueblo venezolano, sus autoridades e instituciones y el mundo.
Para cerciorar la viabilidad del proyecto instauraron planes que abarcan los ámbitos: social, económico y político.
En lo social crean las misiones cuyo fin subyace el control de los sectores mayoritarios y más débiles de la población; además de generar un vínculo estrecho entre el líder de la revolución y las masas. Esta acción le permite a la fecha tener una influencia sobre 7 millones 951 mil 141 personas, quienes cifran sus esperanzas en que algún día tendrán la suerte de vivir mejor con la ayuda del Estado.
En el área económica se plantean como estrategia debilitar al sector privado a través programa de expropiaciones, fundamentalmente de empresas del sector agroalimentario e industrial, que ejecutan bajo el criterio de ser empresas estratégicas para el proyecto político. Así mismo, se da en el sector petrolero una purga de los trabajadores con formación meritocrática y con criterios de gestión empresarial. Este último fue vital para el financiamiento del proyecto S SXXI a escala internacional.
En lo político se realiza una reingeniería al sistema electoral, introduciendo la tecnología de información en el sistema de votación. Para el año 1998 cuando Chávez gana su primera presidencia, el proceso de votación fue manual. Sólo, para que el escrutinio final fuera expedito, se transmitieron las actas de las mesas de votación vía electrónica. En aquel momento se disponía a nivel nacional de 28 mil 413 mesas para el sufragio.
El sistema electoral venezolano a lo largo de su historia ha estado signado bajo la creencia colectiva de que es fraudulento. Antes de 1998, una expresión típica era: "acta mata voto", es decir, que las actas electorales luego del escrutinio de cada mesa determinaban la voluntad del elector y por lo tanto los partidos políticos con mayor representación en los centros electorales se repartían los votos, dejando por fuera el resultado real. Otro elemento, fue que los partidos políticos principales tenían entre sus seguidores gente con dos o más documentos de identidad; permitiéndoles votar varias veces durante el día.
Desde 1998 hasta nuestros días el proceso de votación se automatizó. El Consejo Nacional Electoral (CNE) cuenta hoy con un diseño de mesa de votación conformado por 5 estaciones por donde el elector tiene que pasar para ejercer su derecho a votar. Este diseño por la forma que presenta se denomina: herradura.
Identificación. El elector entrega su documento de identidad laminado al Presidente de la mesa para su verificación. Los datos son introducidos en el Sistema de Autenticación Integral (SAI) para el registro y la confirmación.
Votar. La máquina de votación se activa con la huella dactilar -para asegurar una persona, un voto- y despliega en el cubículo privado la boleta electoral electrónica (tipo touch screen). Una vez seleccionado por el elector el candidato de su preferencia presiona el botón votar en la pantalla.
Depositar el comprobante. Al presionar el botón votar la máquina imprime un comprobante del voto, para ser depositado en la caja de resguardo.
Firmar y colocar de la huella dactilar. El elector estampa su firma y huella dactilar en el cuaderno de votación como acto de haber ejercido su derecho.
Impregnar el dedo meñique. El elector introduce el dedo en el desengrasante, lo seca y posteriormente lo sumerge en la tinta indeleble como señal de haber ejercido el derecho de votar.
Para los casos de centros electorales con 1 ó 2 mesas de votación, la estación de información al elector no es habilitada, es decir, la identidad de los electores no es verificada por el SAI.
Otro aspecto determinante en el Reglamento Electoral es que establece la Auditoria Ciudadana del 54% de las mesas de votación en todos los centros electorales del país. Sin embargo, esta regla excluye de facto a los centros electorales que tienen 1 y 2 mesas de votación. Veamos por qué.
Con respecto al año 1998, se incrementó en un 27% el número total de mesas, es decir, en 10 mil 605, de un universo de 39 mil 018 mesas para el 2012. De las 10 mil 605 nuevas mesas, 5 mil 490 correspondieron a centros con 1 y 2 mesas, cuyo Reglamento Electoral del CNE las excluye taxativamente de una Auditoria Ciudadana.
Un análisis de los resultados de la elección del 14 de abril del 2013 indica que sumando todas las mesas Nro.1 en los centros de votación, las mismas aportaron un 30% de los votos sufragados equivalentes a 4 millones 495 mil 186 votos. Y es de este conjunto de mesas de donde Maduro saca la mayor ventaja a Capriles con 616 mil 727 votos.
Según el grafico anterior, haciendo un ejercicio para establecer los nuevos centros de votación de 1 sola mesa, obtenemos 784 y con 2 mesas 519. Si por cada mesa tenemos un promedio de 480 electores; en estos nuevos centros de votación se concentran un estimado de 627.208 electores o votos; sin verificación de identidad y sin auditoria ciudadana. Estos centros electorales son los requeridos para influenciar los resultados finales.
En esta nueva realidad los centros electorales de 1 y 2 mesas de votación determinan el resultado de la elección y escamotea la voluntad del constituyente; al estar fuera del control ciudadano y de los partidos políticos de la oposición.
Es por eso que Nicolás Maduro reculó al día siguiente luego de haber aceptado la auditoria del 100% de las mesas electorales. Y que más tarde Tibisay Lucena, presidente del CNE la evita al no entregar los cuadernos electorales y amañar la auditoria ciudadana. Como dice el refrán popular: "el no la debe no la teme".