Una protesta popular contra los apagones en Caracas, en octubre del 2009. | Ariana Cubillos AP
Los venezolanos, cuyo gobierno alardea de poseer las mayores reservas energéticas del mundo, están condenados a pasar gran parte del tiempo a oscuras, luego que el régimen bolivariano fracasara en atender las graves fallas en el sistema eléctrico que amenazan con convertir el racionamiento en una práctica recurrente.
El retorno de la crisis eléctrica, que el mes pasado llevó al gobierno a decretar nuevos esquemas de racionamiento y a recortar drásticamente los horarios de los empleados públicos, se produce pese a que el régimen ha gastado miles de millones de dólares para tratar de ampliar la generación de energía.
El problema es que se dinero fue muy mal gastado, dijeron expertos consultados por el Nuevo Herald.
"Se compraron muchísimos equipos para plantas de generación térmicas. Se compraron por lotes", explicó desde Caracas el ingeniero Manuel Guevara.
"Pero muchas de ellas terminaron siendo equipos usados que fueron comprados como si fueran nuevos, mientras que los otros que si eran nuevos, se compraron con sobreprecio. Y lo que es peor, muchos de esos equipos llegaron al país sin que hubieran proyectos para instalarlos", agregó Guevara.
Eso quiere decir que esas plantas --adquiridas a raíz de la crisis eléctrica del 2010 por inversiones que superaron los $6,000 millones-- llegaron al país sin que hubiese garantías de que iban a contar con el suministro de gas o de combustibles para operarlos, o que iban a tener a los equipos necesarios para poder transmitir esa generación de electricidad.
La instalación de estas plantas también incrementó el consumo de combustibles refinados de Venezuela, país que en los últimos años se ha visto obligado a importar volúmenes masivos de diesel y de gasolina para poder cubrir sus deficiencias internas pese a contar con reservas de crudo probadas de 297,000 millones de barriles que superan las de Arabia Saudita.
Y en lo que empeoró la situación, las plantas nuevas tampoco contaron con un verdadero plan de mantenimiento, dijo desde Washington Antonio De la Cruz, director ejecutivo de la firma de asesores Inter American Trends, que ha estado evaluando el tema energético en Venezuela.
"El problema que estamos viendo hoy en día, que llevó al gobierno a aplicar un severo esquema de racionamiento en el país, es que las miniplantas térmicas que adquirieron han sido utilizadas constantemente desde que se instalaron y no se les han hecho el debido mantenimiento", explicó De La Cruz.
No podían detenerlas temporalmente para realizarles mantenimiento porque no había una generación eléctrica adicional que pudiera seguir alimentando la red durante esas operaciones, y como no quisieron pararlas, se dañaron más rápido, dijo De La Cruz.
Las fallas comenzaron a presentarse en la medida en que Venezuela entraba en lo que es una de las mayores crisis económicas de su historia, lo que ha dejado al régimen sin suficientes dólares para importar equipos de remplazo.
Esa situación ha dado pie a un proceso de canibalización de equipos para tratar de mantener las instalaciones operando, pero ya no es mucho más lo que se puede hacer, dijo De La Cruz.
"Hoy en día muchos de estas plantas están por el piso", advirtió De La Cruz. "Se van a necesitar $2,000 millones o $3,000 millones para poder recuperarlas en su totalidad, dinero que el gobierno no tiene", enfatizó.
El resultado final es que Venezuela podría solo tener una capacidad real de generación de electricidad inferior a los 20,000 megavatios, apenas dos tercios de los 30,000 que el gobierno asegura tener.
La generación disponible es muy inferior al consumo interno que registra el país, incluso en medio de una severa crisis económica que mantiene al sector industrial virtualmente paralizado y al comercial operando solo parcialmente.
En un intento por contener la situación, el régimen de Nicolás Maduro ordenó la implementación de un esquema de racionamiento eléctrico, que incluye la suspensión del suministro por cuatro horas diarias en distintas ciudades del país.
El régimen también ordenó un drástico recorte en el horario de trabajo de los empleados públicos, que dejan de brindar sus servicios a partir de la una de la tarde.
Pero todos, todos los ojos están ahora puestos sobre los niveles de agua de la represa hidroeléctrica del Guri, la cual genera actualmente cerca del 40 por ciento de la electricidad que se consume en el país.
De La Cruz dijo que los niveles de la reserva en la represa han llegado a niveles muy bajo, ya que la planta estuvo operado a una capacidad mayor a lo recomendado en la época de sequía, lo que ahora obliga a las autoridades del sector eléctrica a manejarse con una mayor prudencia.
"Ellos ahora dependen de que llueva más fuerte de lo habitual en la venidera temporada de lluvias. Pero si esto no sucede, allí es cuando el país podría a comenzar a ver problemas mucho más serios de suministro", advirtió De La Cruz.
Pero incluso si llegara a llover, la eléctrica amenaza con volverse recurrente ante la incapacidad del régimen de realizar las inversiones necesarias.
"Venezuela tiene hoy la misma capacidad de generación de energía que había cuando Hugo Chávez llegó al poder en 1998. Pero el país ha crecido desde entonces y hay mucha más gente. Esto va a continuar hasta que realmente se amplíe la capacidad de generación y de transmisión eléctrica", dijo De La Cruz.