Desde que Nicolás Maduro fue escogido en 2012 por Hugo Chávez y Fidel Castro ―según Piedad Córdoba― para asumir la presidencia de Venezuela en caso de que el militar de Sabaneta de Barinas no sobreviviera a la operación en Cuba, ha sorteado todas las situaciones que les pudiesen haber sacado del poder.
La continuidad administrativa
La primera ocasión fue la componenda del Tribunal Supremo de Justicia al sentenciar que, a pesar de que Chávez no se pudo juramentar como presidente de Venezuela el 10 de enero de 2013 ante el Poder Legislativo, había “continuidad administrativa” del gobierno en funciones. Por lo tanto, el vicepresidente (Nicolás Maduro) ocupaba el cargo de presidente encargado de la República y no el presidente de la Asamblea Nacional del momento, Diosdado Cabello, como ocurriría si el fallo hubiese sido una declaración de la “falta absoluta o temporal del presidente electo”.
Era la primera vez que Maduro se salía con la suya, gracias a la Sala Constitucional del TSJ. La oposición aceptó esta decisión porque habría una elección presidencial en un corto plazo. Además, el sucesor de Chávez no contaba con la popularidad de su mentor, quien había derrotado a Henrique Capriles por 9 puntos porcentuales en los comicios del 7 de octubre de 2012.
Cacerolazo
Cuatro días después de la fecha de la muerte oficial de Chávez (5 de marzo de 2013), el CNE convocó a una nueva elección presidencial para el 14 de abril de aquel año. Maduro obtuvo un resultado favorable por apenas 1,49%, un poco más de 200.000 votos.
En una conversación con un alto funcionario chavista que colaboraba con las agencias de inteligencia estadounidense, me contó que esa noche Miguel Rodríguez Torres participante del 4F y entonces director del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional; Diosdado Cabello, también del 4F y presidente de la Asamblea Nacional; Jorge Rodríguez, alcalde del municipio Libertador y expresidente del CNE, entre otros de la cúpula chavista, decidieron que no podían entregarle la presidencia al “maricón” de Capriles ante los evidentes resultados. Sobre todo, después de que Chávez les había pedido que eligieran a “Nicolás Maduro en caso de que fuera necesario convocar unas presidenciales”.
Por lo tanto, el Consejo Nacional Electoral procedió de forma expresa proclamarlo como presidente de Venezuela, para acallar la duda de los resultados.
Capriles convocó a una movilización hasta el CNE para exigir una revisión del proceso, al tiempo que denunció actos de provocación en algunos puntos del país por parte del oficialismo. Sin embargo, 48 horas después solicitó a sus seguidores volcados en las calles que volvieran a sus casas y suspendió la marcha pautada hasta el órgano electoral. “Me han advertido que el gobierno ha empezado a infiltrar la movilización que he convocado al CNE. Mañana no vamos a movilizarnos y le pido a todos mis seguidores recogerse. El que salga está del lado de la violencia, le está haciendo el juego al gobierno. Vamos a derrotar esto desde la protesta pacífica”. Y propuso hacer un “cacerolazo” en todo el país.
Fue la segunda vez que Maduro se volvía a salir con la suya. En esta ocasión los actores que contribuyeron con ello fueron el CNE de Tibisay Lucena y Capriles.
Primer diálogo (cancilleres de Unasur)
El clima político y social estaba cargado después de las elecciones presidencial y municipales de 2013. El triunfo pírrico de Maduro en abril fue revertido en diciembre con la estrategia del Dakazo ―usada para combatir una supuesta guerra económica―, que repercutió en el resultado de los candidatos opositores en las alcaldías. Sin embargo, el país seguía convulsionado por la crisis económica, la escasez y la delincuencia.
Durante los dos primeros meses de 2014, las protestas en los estados Táchira y Mérida comenzaron también en Caracas y otras ciudades. Leopoldo López, Antonio Ledezma y María Corina Machado convocaron al país a “La Salida”. Una campaña política que permitía encontrar “una salida pacífica, democrática y constitucional al régimen de Maduro”.
La aprehensión de López el 18 de febrero desencadenó una oleada de protestas que condujo al primer diálogo entre el régimen madurista y la alianza opositora (MUD) con la presencia de 8 cancilleres (Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Ecuador, Bolivia, Colombia y Surinam) de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), junto a un enviado del Vaticano.
Era la tercera ocasión que Maduro salía ileso. Esta vez, la MUD (Ramón Guillermo Aveledo), Unasur y el Vaticano facilitaron el mejoramiento de la imagen internacional del régimen, el apaciguamiento de los arrestos a los manifestantes y, sobre todo, ganar tiempo.
Segundo diálogo (expresidentes y el Vaticano)
La frustración de los venezolanos por el fracaso de las iniciativas para desalojar a Maduro del Poder Ejecutivo en 2013 y 2014 condujo al contundente triunfo de la MUD en las elecciones parlamentarias de 2015. Fue la primera victoria electoral de peso para la oposición en 17 años. Obtuvo las dos terceras partes de los diputados.
El nuevo jefe del Parlamento venezolano, Henry Ramos Allup, propuso en febrero de 2016 el cese de las funciones de Maduro a través de la figura de “abandono de cargo”. Mientras que Capriles planteó el referéndum revocatorio presidencial para relevarlo. El Poder Electoral expresó que su realización sería para el primer trimestre de 2017. El diálogo coordinado por Unasur, los expresidentes de España, Panamá y República Dominicana y el representante del Vaticano fracasaría.
Nuevamente, Maduro se saldría con la suya. Fue la cuarta ocasión. Unasur (Ernesto Samper), José Luis Rodríguez Zapatero, Henrique Capriles y el Vaticano con el CNE facilitaron la continuidad de Maduro en el poder, entre otros.
Tercer diálogo, desacato, consulta popular y asamblea constituyente
El régimen de Maduro necesitaba neutralizar las actuaciones de la opositora Asamblea Nacional ―abandono del cargo―, así que con un fallo del TSJ la disuelve en marzo de 2017 y asume sus poderes.
La lucha entre el Ejecutivo y el Legislativo conducen a la AN a convocar en un acto de desobediencia civil una consulta nacional: para rechazar la Constituyente propuesta por Maduro; demandar a la FAN y a todo funcionario obedecer y defender la Constitución del año 1999; y restituir el orden constitucional, en el contexto de la aplicación de los artículos 333 y 350 de la carta magna por la “ruptura del hilo constitucional” por parte de los poderes Electoral y Judicial.
Dos semanas después se elige la Asamblea Nacional Constituyente de Maduro para “poner orden”, asumiendo las facultades legislativas de la AN de 2015. Uno de sus primeros actos fue el decreto que reprogramó las elecciones regionales para el mes de octubre con el fin de validar su legitimidad. Acción Democrática decidió participar y obligó al resto de los partidos de la MUD a seguirlo. Esto causó una división porque quienes resultaron electos debían juramentarse ante la Constituyente.
Para remate, se da con presencia de “cinco países garantes” un tercer diálogo en República Dominicana que tenía como objetivo resolver la crisis económica y política que afecta a la nación. Empieza a presionar el régimen por el levantamiento de las sanciones estadounidenses.
Maduro lo volvería a hacer. Era la quinta ocasión que se salvaba. Tibisay Lucena (CNE), Henry Ramos Allup (AD-MUD) y Rodríguez Zapatero facilitarían su continuidad en Miraflores.
Presidencial
En 2018, el sucesor de Chávez adelantó casi siete meses la elección presidencial, para el 20 mayo, por temor a que la hiperinflación acabara con su poco capital político y dificultara su reelección en diciembre.
Organismos internacionales como la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos y otros países rechazaron la convocatoria por su falta de transparencia y de garantías electorales, y anunciaron su no reconocimiento de los resultados. Sin embargo, Henri Falcón, exgobernador de Lara y líder de Avanzada Progresista, aceptó participar.
Rusia, China, Turquía, Corea del Norte, Irán, Bolivia, Cuba, Nicaragua y El Salvador expresaron su apoyo a los comicios.
Maduro se sale con la suya. Esta vez tenía por primera vez la sombra de la ilegitimidad. Nuevamente, Tibisay Lucena (CNE) le facilitó su permanencia en el poder.
Cuarto diálogo, interinato, fracaso de operación militar, Rosneft
En 2019, Maduro es desconocido por los países democráticos como presidente de Venezuela. Reconocerán al presidente de la Asamblea Nacional. Estados Unidos se planta como el gran aliado del interinato. Sin embargo, el 30 de abril fracasó el alzamiento contra Maduro. No prosperó porque los mandos militares, que en 2018 sufrieron un goteo de deserciones, se mantuvieron fieles al régimen.
La supuesta participación del ministro de Defensa, Vladimir Padrino, y el presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Maikel Moreno, en la Operación Libertad obligó a Maduro a ser cauteloso en su círculo cercano.
Para sortear las sanciones a Pdvsa, Rosneft se convirtió en el comercializador del crudo venezolano.
En mayo, se dan los primeros pasos para iniciar el cuarto diálogo que permitiría construir una agenda de paz para el país. Fracasó el proceso coordinado por Noruega en Barbados.
Maduro se salió con la suya, en un año difícil para su estabilidad política. Fue la séptima vez. Rusia, Noruega, Leopoldo López y Juan Guaidó facilitaron su estadía en el poder.
Pandemia, State of the Union, Irán, Alex Saab, corrupción
Guaidó participa en el discurso del State of the Union 2020 y es ovacionado de pie por los representantes y senadores de ambos partidos. Su capital político sale reforzado. Sin embargo, no logra capitalizarlo a su regreso a Venezuela por la pandemia que aprovecha Maduro para que no haya manifestaciones, por el confinamiento de la población.
Ante la elección parlamentaria en diciembre, el heredero de Chávez pone en marcha una operación que busca dividir y desarticular a las fuerzas opositoras. Además, arremete contra la figura de Guaidó, al que acusa de corrupto en Primero Justicia.
Irán asumió el rol de Rusia y China, países que no se arriesgaron a desafiar las sanciones de Estados Unidos sobre el comercio con Venezuela. Además, el gran operador para evadir las sanciones Alex Saab es detenido en Cabo Verde en junio de 2020.
Maduro volvió a salirse con la suya en 2020 y 2021. Fue la séptima y octava vez. En esta ocasión, la pandemia e Irán fueron determinantes para sostenerse en el poder.
Quinto diálogo, flexibilización de las sanciones estadounidenses, Chevron
La invasión de Rusia a Ucrania en febrero de 2022 impactó en las divisas del régimen de Maduro, pues debido a las sanciones financieras de Occidente a las reservas internacionales de Rusia los fondos de Pdvsa habían sido congelados.
Esta situación combinada con las sanciones estadounidenses a Petróleos de Venezuela pone contra la pared la gestión del régimen, pues ahora no dispone libremente de los fondos para mantener el aparato que lo sostiene en el poder.
Por otro lado, las sanciones a las exportaciones de petróleo de Rusia han permitido a la petrolera estadounidense Chevron cabildear ante la administración Biden para que Venezuela sea considerado un país con capacidad de incorporar al mercado 300.000 barriles de petróleo diarios en el corto plazo. Pero para lograrlo es necesario flexibilizar las sanciones a Pdvsa, lo que le permitiría a Chevron regresar al país e implantar los planes de aumento de producción.
Asimismo, tanto el embajador de la Casa Blanca ante el interinato, James Story, como el director de Asuntos del hemisferio occidental del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Juan González, han insistido en que Estados Unidos solo aliviará las sanciones si hay resultados claros en la mesa de diálogo en México.
Nuevamente, Maduro podría salirse con la suya si Estados Unidos flexibiliza las sanciones y regresa a México. Juan González, James Story y Chevron serían los facilitadores para que mantenga el poder en esta ocasión.