La periodista Sebastiana Barráez informó la semana pasada en el programa de Carla Angola, Aló, Buenas Noches, que “Nicolás Maduro ya manifestó que él sería el candidato presidencial del chavismo en 2024”, una decisión que habría disparado las intrigas dentro del Partido Socialista Unido de Venezuela. Asimismo, Barráez afirmó que, según un informe de inteligencia, Rafael Ramírez, presidente de Petróleos de Venezuela en el período 2004-2013, “lidera con varios autodenominados chavistas originarios un movimiento desde el exterior para sacar a Maduro del poder”.
El sucesor de Chávez ha traicionado los principios y fundamentos de la revolución bolivariana: la soberanía y la justicia social.
El almuerzo con Cilia en el restaurante del famoso chef Salt Bae en Estambul, Turquía, reveló al mundo su gusto por las exquisiteces y los lujos. En esa ocasión exclamó: “Esto es una sola vez en la vida, ¿verdad?”. Habían transcurrido cinco meses de su reelección manipulada para 6 años más (mayo, 2018), un proceso electoral que fue desconocido por más de 50 países democráticos.
El exchofer de Metrobús ya no gobierna para el pueblo sino para su propia élite (oligarcas), que se ha enriquecido saqueando el país. Y la soberanía nacional no existe. Ha facilitado la somalización de Venezuela y ha cometido crímenes de lesa humanidad para seguir ejerciendo el poder de facto.
Carlos Hurtado, ex coordinador nacional de Clase Media Socialista y antiguo integrante del Gran Polo Patriótico, afirmó hace cinco meses que “Maduro no tiene ni la fuerza ni el respaldo para imponer su candidatura y, de hecho, el proceso en la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad durante su gestión lo podría inhabilitar”.
Asimismo, un dirigente parroquial del PSUV que prefirió omitir su nombre, dijo al medio digital Efecto Cocuyo que en el seno de los equipos políticos rojos en las comunidades se ha comenzado a plantear la necesidad de un relevo “para salvar al chavismo”, es decir, que en 2024 se presente un candidato distinto por el partido ante el “rechazo nacional” evidente a la gestión de Maduro.
Barráez, en la entrevista con Carla Angola, expresó también que el gran enemigo de Maduro para 2024 es interno, dentro del PSUV. Está en los grupos que defienden la revolución bolivariana, chavista. Por ello, Superbigote ha iniciado una cacería de brujas contra “la corriente revolucionaria Bolívar y Zamora, así como la persecución a dirigentes de la vieja izquierda, de Bandera Roja, del chavismo y de la Liga Socialista”.
Sabe que para lograr un tercer sexenio (2024-2030) debe acabar entre este año y el próximo con “los revolucionarios chavistas” que se oponen a su reelección. Para ello, el aparato de inteligencia cubano es clave, como lo ha sido para desmantelar el ruido de sables. A tal punto que hoy la mayoría de los presos políticos son militares (54%), según el Reporte de Represión Política en Venezuela, Primer Semestre 2022, de Foro Penal.
Además, la amenaza militar que representaba Diosdado Cabello ha sido minimizada. Su promoción de 1987 fue pasada a la reserva activa ―como llaman a los militares en retiro― en 2020, cuando pudieron ocupar posiciones en el Alto Mando Militar. Porque en años anteriores, Maduro “había prorrogado la actividad de algunos de los más destacados o leales a la revolución, principalmente si pertenecían al movimiento 4F”. Este año vuelve a frenar el avance de una promoción cercana a Diosdado Cabello ―la de su hermano José David Cabello de 1993―, a quien trata de frenar en su ascenso hacia posiciones de más jerarquía.
Después de nueve años, Maduro está seguro de que la Fuerza Armada ya no puede hacer nada en su contra, está controlada. Por tal motivo, ha decidido delegar su responsabilidad de comandante en jefe en Vladimir Padrino López, quien debió pasar a retiro hace ocho años. El ministro de la Defensa ha perdido liderazgo dentro de la FANB. “Ni huele ni hiede”, según fuentes militares.
Por otro lado, Maduro no ve una amenaza en la oposición democrática. Logró neutralizarla al establecer una comunicación directa con la administración Biden, a través de Juan González, director principal del Consejo Nacional de Seguridad para el hemisferio occidental, y Jimmy Story, embajador para Venezuela. Esto le permitió controlar la agenda de la normalización y la cohabitación. Manipula con la mesa de negociación en México. Y la elección presidencial 2024 ―dice― será libre, justa y competitiva en tanto le asegure un triunfo.
No olvidemos que hoy Fedecámaras comparte la visión de Maduro en lo económico: Zonas Económicas Especiales, privatización de Pdvsa ―regreso de la transnacionales petroleras―, libre importación de mercancías, dolarización parcial de la economía, transferencia de activos confiscados y empoderamiento de una nueva élite económica, entre otras.
En vista de lo planteado, la única amenaza política que tiene Maduro para 2024 es “la revolución dentro la revolución”. Barráez dijo que los colectivos ―grupos paramilitares de la revolución bolivariana― no están con el jefe del PSUV. “Están respondiendo a otros sectores de la revolución”. Asimismo, señaló que los oficiales del movimiento del 4F, tanto en el exterior como dentro del país, están trabajando para que quien ha traicionado el legado de Chávez no siga en el poder.
Maduro lo sabe y por eso no se expone a actividades en espacios abiertos. Confía en que logrará someterlos, como lo hizo con la FANB y la oposición. Necesita ser el candidato y ganar las elecciones en 2024 con el apoyo de la base del PSUV y el voto popular. Solo la cohesión de los sectores internos del chavismo actuando en el plano de la justicia internacional e interno podrían evitarlo.