Ayer Donald J. Trump volvió a ser acusado por la Fiscalía estadounidense. Esta vez fue en el Distrito Sur de la Florida por el manejo indebido de los documentos clasificados y secretos de seguridad nacional que se llevó a su residencia en Palm Beach. Fueron 37 cargos los que le imputaron.
Esta vez es la primera causa judicial de carácter federal que enfrenta un expresidente de Estados Unidos.
El Poder Judicial en Estados Unidos es independiente. Sin embargo, la mayoría de los estadounidenses piensa que los problemas legales en curso de Trump son “principalmente el resultado de ataques políticamente motivados por parte de sus oponentes”, según la encuesta Redfield & Wilton Strategies, realizada para la revista de noticias Newsweek.
En el caso anterior (marzo), un Gran Jurado de Manhattan le imputó 34 cargos por su presunto papel en la organización de pagos secretos a la estrella de cine porno Stormy Daniels durante su campaña de 2016. Una acusación que condujo a los principales líderes del Partido Republicano a defenderlo.
Mike Pence la calificó como un “ultraje”. “A millones de estadounidenses les parece que no es más que una acusación política impulsada por un fiscal que literalmente se postuló para el cargo con la promesa de acusar al expresidente”, afirmó en una entrevista con Wolf Blitzer de la cadena CNN. Y agregó: “El pueblo estadounidense verá esto como un ejemplo más de la criminalización de la política en este país”.
Hay que recordar que ese exmandatario republicano por el que Pence aboga es el mismo que en una entrevista con Jonathan Karl de ABC News defendió ampliamente a los partidarios que amenazaron con “colgar” a su vicepresidente el 6 de enero de 2021, en el asalto al Capitolio.
Cuatro meses antes del “ultraje”, los candidatos al Congreso y a gobernador respaldados por Trump perdieron en las elecciones de mitad de período. Lo que parecía una gran victoria del Grand Old Party (GOP) se desvanecía, a pesar de que las encuestas indicaban una “marea roja” en ambas cámaras del Congreso. Aquella máxima de Bill Clinton de “es la economía, estúpido” no funcionó esta vez.
Los estadounidenses fueron a esas elecciones de 2022 con la mayor ola inflacionaria en décadas y una baja popularidad de Biden.
Era la tercera elección seguida en que Trump era un pasivo para el Partido Republicano. Por lo que las acusaciones contra él desde su propio partido comenzaron a surgir. Para un sector del GOP era el punto pivote. Geoff Duncan, vicegobernador republicano de Georgia, dijo a CNN: “Es un momento en el que Trump está sin duda en el espejo retrovisor y es tiempo de avanzar con el partido”.
Los ganadores de esas elecciones fueron el gobernador republicano de la Florida, Ron DeSantis, y el presidente demócrata Biden.
El triunfo de DeSantis lo consolidaba como estrella conservadora en ascenso al ser reelecto por un amplio margen. El periódico conservador de la familia Murdoch, The New York Post, titulaba en su portada al día siguiente del triunfo: “DeFUTURO”, indicando que surgía un candidato presidenciable para el 2024.
En ese momento las encuestas le daban una ventaja de 5 puntos a DeSantis sobre Trump cuando se median entre los dos.
Sin embargo, cuando se tomaba en cuenta a los otros posibles precandidatos, los resultados de las encuestas favorecían a Trump con una diferencia de 10 puntos.
Por lo tanto, DeSantis era un precandidato competitivo en las primarias republicanas.
Según la encuesta nacional de Suffolk University/USA TODAY entre votantes registrados, casi dos tercios de los votantes republicanos e independientes que se identificaron como conservadores o muy conservadores (65%) dijeron que querían que DeSantis se presentase a la presidencia y 56% de esos mismos votantes manifestó su preferencia por el ex jefe del Estado Donald Trump.
Además, al medir el gobernador de la Florida contra Biden, DeSantis aventajaba al presidente de Estados Unidos 47%-43% entre todos los votantes, con 7% de indecisos, 2% que indica que votaría por otra persona, 1% que dice que no votaría y otro 1% que no contestó, según la encuesta de Suffolk University. Entre Biden y Trump, el primero derrotaba fácilmente al segundo 47%-40%.
Entonces, la estrategia demócrata es disputar la elección presidencial 2024 contra Trump porque el expresidente republicano tiene dificultades para aumentar su base electoral, como lo ha demostrado en las últimas elecciones.
En este sentido, lo primero es victimizarlo para que los dirigentes del GOP salgan en su defensa como ocurrió en marzo de este año, cuando fue acusado por el fiscal del Distrito de Manhattan, el demócrata Alvin Bragg.
A partir de allí, los números cambiarían para Trump. Se convertiría en el candidato presidencial favorito. La brecha contra DeSantis pasó de 10% en diciembre de 2022 a 30% en mayo de 2023.
Dentro de esa estrategia, Trump debe ser un candidato ganador contra Biden para que los republicanos no busquen otro. Aunque la narrativa actual es que tanto Trump como DeSantis le ganarían al ocupante de la Casa Blanca.
La encuesta del Washington Post-ABC News, publicada por USA Today hace un mes, lo ratificaba. Biden (38%) estaba por detrás de Trump (44%) y DeSantis (42%) en la elección presidencial de 2024. Así como en las recientes encuestas.
Además, el relato incluye que ni una acusación ni una condena impedirían legalmente que Trump fuese elegido. Lo que es cierto, según la Constitución de Estados Unidos.
La estrategia demócrata en la elección de 2020 fue recluir a Biden en el sótano para no exponerlo a los medios de comunicación social. Ahora, es subirle el volumen a la candidatura de Trump. Sonará todo el año, entre mítines y juzgados —faltan otras imputaciones—. Mientras, Biden pasa por debajo de la mesa.
El desgaste y casos de corrupción de su gobierno no ocuparán grandes titulares. Por ejemplo, el caso de la empresa ucraniana Burisma que pagó un supuesto soborno de 5 millones de dólares a Joe Biden y a su hijo Hunter.
Los demócratas saben que Trump es un candidato derrotarle frente a Biden. Mientras siga creyendo que él es más importante que la presidencia, que él es más importante que la seguridad de las fuerzas armadas, que él es más importante que la seguridad de los secretos de inteligencia, que él importa más que cualquier otro elemento de la república constitucional de los Estados Unidos. Una parte del GOP se abstendrá el día de la votación o votará en blanco.
Por ello, es el candidato favorito del establishment demócrata para conseguir la reelección de Biden.