El próximo 14 de Abril en Venezuela vuelven a elegir quien gobernará para el período 2013 -2019.
Las opciones fundamentales son: Henrique Capriles Radonsky, un líder social, y Nicolás Maduro Moros quien representa al Estado y quien fue escogido por Hugo Chávez como su sucesor antes de morir y partir a La Habana, Cuba.
La estrategia electoral de ambos candidatos es mantener la votación obtenida el pasado 7 de Octubre 2012 en la elección presidencial, Capriles 6.591.304 (44.31%) y Chávez 8.191.132 (55.07%).
El ritmo de la campaña electoral de Capriles durante los diez días está marcado por la conexión emocional con el electorado como líder social y la realidad económica-social que vive Venezuela.
En ésta realidad, matan a una persona cada 1,6 hora; los productos de la cesta básica escasean con un índice promedio mensual de 20%; la inflación acumulada en el primer trimestre esta alrededor de 8%; el desempleo esta creciendo al fortalecer las importaciones de bienes y servicios en más de 50 mil millones de dólares en el 2012 con una política de ajuste de precios a los productos; y la corrupción es una forma de vivir, ocupando el lugar 165 de 174 en el índice de percepción de la corrupción 2012 de Transparencia International.
Mientras tanto, Maduro se enfoca en consolidar el control social del electorado a través del aparato político del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que en la práctica es la estructura del Estado venezolano; y en el nivel emocional apela a la conexión mítico-religiosa de Chávez con el pueblo, al reforzar el mensaje que fue el escogido para continuar con la labor de "la inclusión" de los pobres.
Estas estrategias - un dialogo entre electores sordos - buscan que alguno de los dos cometa un error en el mensaje emocional o en la articulación de la estructura de poder y le permita capitalizar el resultado.
Capriles conjuga una forma de hacer política a través de los valores y la integración de los individuos con sus diferencias. Así mismo, presenta recuperar el futuro con ecuanimidad sin pase de facturas o exclusión de las partes. Por ello, el triunfo sería alcanzado a través de mejoras continúas, con incrementos progresivos. Sin embargo, requiere de saltos cuánticos, por lo corto de la campaña electoral, donde la alegría -como emoción- de un futuro mejor es el factor determinante.
Maduro convoca a los poderes del Estado –Electoral, Judicial, Legislativo, Militar- y a la industria petrolera a través de Petróleos de Venezuela (PDVSA) a cerrar filas y ponerse al servicio de la causa revolucionaria y del proyecto político del Socialismo del Siglo XXI. Así mismo, mantiene la zanja de la lucha de clases para atrincherarse y no permitir que deserten sus seguidores contándoles cuentos de camino y de fauna.
Además, con Maduro se baten los intereses geopolíticos de Cuba (Socialismo Siglo XXI - $7 mil millones), Brasil (comercio-$6 mil millones), China (petróleo a futuro-$30mil millones), Rusia (venta de armas-$9 mil millones y mundo multipolar) e Irán (guerra asimétrica y evasión de sanciones internacionales).
En Venezuela se conjuga una lucha entre dos capacidades del modelo político, social y económico de Latinoamérica.
Una que entiende la democracia como un valor que integra las diferencias, que respeta la independencia de poderes y la libertad del ciudadano y la otra que ve a la "democracia" como el medio del fin revolucionario, en el cual el jefe concentra y controla todo el poder del Estado y de contenido en los medios de comunicación que genera un individuo que depende emocionalmente del Estado.
Capriles lucirá sus habilidades y conocimientos de un líder social mientras que Maduro demostrará su autoritarismo para controlar el aparato del Estado.