La solución negociada a la crisis política en Venezuela para la restauración de la democracia en la nación ―recomendada por la administración de Estados Unidos y otros aliados internacionales― pierde fuerza a medida que el régimen de Nicolás Maduro gana reconocimiento regional.
Thomas Shannon, exdiplomático estadounidense conocedor de la región ―estuvo en Venezuela (1996-1999) y en Brasil (2010-2013) ― y de la política exterior de Estados Unidos, dijo al Financial Times que, en la reciente cumbre de presidentes suramericanos, Lula había “minado el plan del gobierno de Joe Biden al convencer a Maduro de no tener que ceder nada ante la oposición”, pues contra su régimen se han construido las “narrativas del autoritarismo y la antidemocracia”.
Sin embargo, las fuerzas democráticas venezolanas continúan en la ruta electoral de la primaria, lo que ha servido como mecanismo para saber cómo los ciudadanos perciben a los políticos, cómo están escuchándolos.
En general, la gente está decepcionada de los dirigentes de los partidos. Se siente mal anímicamente, muy enojada. Pasa del malestar al miedo y del miedo al malestar en un continuo movimiento, lo que le causa una enorme inestabilidad emocional. Y eso se refleja en las encuestas. Señalan que 70% de la población no se define por ninguna de las opciones políticas, por lo que cualquier cosa puede pasar. Entonces, ¿quién conecta emocionalmente?
María Corina Machado ha dado en el clavo en lo que respecta a algunos temas. Toca las emociones cuando habla de la reunificación de la familia. Conecta con los 7,2 millones de venezolanos que han tenido que dejar el país para que hijos y padres puedan vivir dignamente. Reconstruye la confianza perdida en que ese reencuentro será posible y los que piensan migrar no lo harán. Es lo que todo el mundo quiere.
Además, la exdiputada y líder de Vente Venezuela está haciendo verdadera política. Discute sobre valores, sobre el futuro y sobre el poder. Propone la democracia liberal para Venezuela. Diametralmente opuesta al socialismo que ha arruinado al país en los últimos 24 años. Sin miedo y sin ambigüedades plantea “la libertad económica, la promoción al desarrollo humano desde las capacidades individuales, el apoyo al talento para el emprendimiento en pro de la generación de riqueza familiar. Pero, sobre todo, el restablecimiento del Estado de Derecho, el Estado Republicano, la confianza ciudadana hacia las instituciones públicas”.
Mientras tanto, dentro del G-4 están dirimiendo las candidaturas entre los cogollos: si están inhabilitados o no, si se apoyan entre unos y otros, qué les va a tocar a cada uno.
Esto ha llevado a que una parte importante de las bases de estas organizaciones no se sienta representada por estos precandidatos y haya un distanciamiento entre el dirigente y el militante, lo que al final resulta en una dispersión del voto. Recordemos que estas organizaciones están acostumbradas a una cierta verticalidad, a obedecer la “línea de partido” ―observada en la eliminación del interinato el pasado mes de enero― que es inherente de su cultura política.
Pues esta verticalidad está comenzando a deteriorarse, por lo que la intención del voto por estos candidatos está estancada. Un voto que empieza a migrar hacia la opción que conecta más con su emoción.
En consecuencia, no es una casualidad que María Corina Machado esté punteando en las encuestas. Y sus concentraciones sean muy concurridas a pesar de las limitaciones financieras y de la maquinaria partidista. Y el bloqueo en todos los sentidos por parte del régimen de Maduro.
Por otro lado, hay dudas del factor unidad dentro de las fuerzas democráticas después de la primaria porque hay dos tendencias dominantes convencidas de que una debe imponerse a la otra. Si gana María Corina Machado mucha de la gente del G-4 va a tomar distancia de esa opción. Y si sucediese lo contrario ocurriría lo mismo. Son miradas casi irreconciliables acerca de lo que implica el poder, los valores y la visión de futuro.
Por otro lado, el sucesor de Chávez tuvo que apelar al “Todos con Maduro” y “El pueblo manda con Maduro” como tema central de su campaña publicitaria. Además, consciente de que su popularidad es muy baja en este momento, dejó en claro que la elección presidencial será en 2024.
Por ahora, el panorama electoral de la primaria demanda un gran compromiso de todos los factores para ser parte de la coalición de un futuro gobierno. No sólo “abrir los brazos” para recibir a chavistas que se rebelan contra Maduro. Requerirá de la generosidad de los precandidatos, si tienen vocación de ganar las presidenciales de 2024. Tendrán que hacerlo porque si no pierden, legitimando el origen del régimen de Maduro y frustrando una vez más a la mayoría de los venezolanos que vuelven a tener una esperanza, sobre todo en María Corina Machado.