El asalto al Estado venezolano y la repartición del "botín de guerra" -renta petrolera y endeudamiento externo- durante los últimos diecisiete años por parte de la nomenklatura del Movimiento V Republica (MVR) y posteriormente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), han contribuido a crear el desastre social más grande que se ha visto en el mundo en décadas. Son pocos los países en los que han coexistido una profunda crisis económica con el colapso de la salud, educación, electricidad y seguridad.
Lo han hecho, desde 1998 hasta nuestros días, a través de la imposición sistémica de un modelo de dominación social, en el cual el Estado productor, proveedor de recursos, y controlador ha sustituido el mercado como facilitador de la organización social.
Para erigir "ese estado", el "gobierno de ocupación" nacionalizó -confiscó la mayoría de la veces- las empresas del sector petrolero, minero, agroindustrial, construcción, bancario, seguros, hotelero, telecomunicaciones, químico, etc., tomó posesión de las divisas desde 2003 (control cambiario) -van 33 convenios cambiarios-, estableció la tasas de interés diferenciales, los créditos públicos y decretó la inamovilidad laboral (2002), dictó los precios de los bienes y servicios así como sus márgenes máximo de ganancia (ley de costos y precios justos 2011), y ha controlado la cadena de distribución de los productos (guías SADA y movilización).
Utilizó el boom del precio de petróleo del 2006 al 2012 para endeudarse, quintuplicando su deuda pública externa y la de la estatal petrolera, PDVSA, en quince veces (2006-15), por lo que el consumo, tanto público como privado, logró su mayor expansión durante el periodo 2006-12, sin generar un crecimiento en el sector productivo, porque el boom de consumo fue cubierto por un boom de importaciones, que creó fuentes de trabajo en otros lugares fuera de Venezuela.
En este boom de importaciones, "ese estado" ha jugado un rol determinante. Pasó de importar el 15% del total de los bienes en el 2006 al 50% desde el 2012. Ha sido la forma como el "gobierno de ocupación" ha buscado tapar la ineficiencia operacional de las empresas expropiadas del sector transable de la economía para tratar de satisfacer la demanda de los diferentes sectores sociales.
"Ese estado", adicto al alto consumo de divisas (una maquina tragadivisas), sufre un estado de ansiedad desde mediados de 2014 por la caída de los precios de petróleo y la dificultad para obtener préstamos por el cierre de los mercados financieros internacionales. Para hacer frente al déficit de divisas (ansiedad) ha decidido sacrificar la demanda de los diferentes sectores sociales y mantener el servicio de la deuda externa. Este año las importaciones caerán en más de la mitad (US$37.000 millones) con respecto al 2015, y los pagos de la deuda externa promedian $10.500 millones (2016-2020).
El vehículo (PDVSA) utilizado por el gobierno de ocupación para mantener la maquina tragadivisas está boqueando. Comprometió casi toda la capacidad financiera de PDVSA.
El traspaso de $83.044 millones de PDVSA al FONDEN (2005-14) más las otras cargas fiscales (Desarrollo Social, Fondo Independencia, Dividendos, Regalía petrolera, Impuesto sobre la renta), la deuda con los proveedores de servicios ($20.000 millones), los dividendos pendientes con sus socios en la empresas mixtas ($9,500 millones), el servicio de la deuda con China ($5.600 millones), el financiamiento de los envíos de crudo a los países de Petrocaribe ($5.500 millones), y el servicio de la deuda (petrobonos), han dejado sin suficiente flujo de caja a la estatal petrolera, para realizar la inversiones requeridas, un déficit estimado de 70% en divisas para 2016.
Adicionalmente, la producción petrolera ha venido cayendo como consecuencia de la mala gestión de PDVSA en los yacimientos de Occidente y Oriente del país. Entre el 2005 y mayo del 2016 se ha registrado una caída de 28% o 900 mil barriles por día, según la fuente directa de la OPEP. La apuesta del "gobierno de ocupación" por los crudos pesados y extra-pesados ha tenido un impacto significativo en el incremento de los costos promedio de producción.
"Ese estado" con el "gobierno de ocupación" no dan para más, y lo difícil es que el "gobierno de transición" tiene muy poco margen de maniobra para realizar una mejora en el desempeño de la economía del país, en un futuro cercano.
El déficit fiscal real se ubica en 50% PIB para el 2016 con un ingreso petrolero bruto de $ 21 mil millones [Alexander Guerrero], y la deuda externa real consolidada del país alcanza más de 120% del PIB. Dos variables económicas que limitan la posibilidades de crecimiento del producto interno bruto del país. Y sin crecimiento del PIB el nuevo gobierno tendrá difícil facilitar el aumento de la oferta de trabajo, y el desarrollo del país.
Por ello, la solución es un cambio radical del modelo de Estado productor, proveedor de recursos, y controlador por uno que le devuelva "el poder a la sociedad para que resuelva los problemas que tiene, para que pueda generar su propia comida, sus propias medicinas, y tener un Estado que la acompañe, que la eduque, que la resguarde, que le provea la infraestructura necesaria, que adjudique los conflictos de manera justa" [R. Haussmann].
De lo contrario el pueblo venezolano seguirá transitando el camino del fracaso hasta llegar "ese estado" a tener características de un Estado fallido donde habrá hambre con vandalismo.