Las sociedades producen los mecanismos necesarios para adaptarse, de forma gradual -reforma constitucional- o radical –revolución-, a los cambios que ocurren en su entorno político, económico y social.
Durante 15 años la nación venezolana ha vivido la destrucción –constante- del estado de derecho; la eliminación de la independencia de los poderes; la violación a la constitución; la perdida de libertades civiles o públicas, que incluyen la libertad de expresión y libertad de prensa, la libertad de reunión y manifestación, la libertad de trabajo, el libre mercado o empresa; y la desmovilización social.
La juventud, que hoy protesta en las calles de Venezuela, tenía entre 1 y 5 años de vida cuando el PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) llegó a la presidencia de la Republica en 1998. Son estudiantes que con un nivel de formación educativa y conexión con el mundo global superior a la de sus padres -quienes han confiado en el valor de la educación como un mecanismo para generar el ascenso social-, no encuentran sitio en un país que perciben como autoritario, uniformado, lleno de una retórica excluyente y de violencia y necesitada de cambios.
Esta juventud hasta el pasado 8 de diciembre mantuvo la esperanza de conseguir estos cambios por la vía indicada de la MUD (Mesa de Unidad Democrática). Sin embargo, ante el deterioro social y económico que vive el país desde septiembre pasado ha decidido tomar la calle para protestar por la profunda crisis que atraviesa el país – 25.000 asesinatos, inflación 56%, escasez 28% y un dólar negro o paralelo 7 veces el cambio oficial.
Un proceso con características similares -manteniendo las particularidades de su tiempo- fue las protestas estudiantiles en Francia en 1968 (Mayo francés).
El prolongado periodo de bienestar económico -después de la II Guerra Mundial- generó un nuevo tipo de demanda social, ligado a nuevos patrones de ocio, de trabajo, de consumo y de socialización en la juventud, hasta entonces inverosímiles. El nuevo modus vivendi generó una crisis de los valores tradicionales propia de la sociedad contemporánea, que tras el paso de la sociedad preindustrial a la sociedad industrial o sociedad de consumo de masas, se encaminaba hacia la sociedad postindustrial.
Fue la primera vez que una clase de edad (adolescente y juvenil) tomó el relevo de las clases sociales en la lucha social. La forma de asociación de estos jóvenes era habitualmente fuera de las instituciones tradicionales de participación política, de forma poco coordinada en un grupo de organizaciones de los denominados movimiento estudiantil, movimiento juveniles o contracultura.
En 1968 las protestas fueron iniciada por grupos estudiantiles -de izquierda- contrarios a la sociedad de consumo, a los que posteriormente se unieron grupos de obreros industriales, los sindicatos y el Partido Comunista Francés (PCF). Como resultado, tuvo lugar la mayor revuelta estudiantil y la mayor huelga general de la historia de Francia, y posiblemente de Europa occidental, secundada por más de nueve millones de trabajadores.
La magnitud de las protestas no había sido prevista por el gobierno francés, y puso contra las cuerdas a la Administración de Charles de Gaulle, que llegó a temer una insurrección después de la extensión de la huelga general. Sin embargo, la mayor parte de los sectores participantes en la protesta no llegaron a plantearse la toma del poder ni la insurrección abierta contra el Estado, y ni tan siquiera el PCF llegó a considerar seriamente esa salida. El grueso de las protestas concluyeron cuando De Gaulle anunció las elecciones anticipadas que tuvieron lugar el 23 y 30 de junio.
Tras las elecciones de junio, el gobierno francés reconoció la necesidad de emprender una política de reformas profundas para hacer frente al malestar social existente en el país. Los resultados del referéndum (1969) para aprobar las reformas y el plebiscito de la gestión de De Gaulle mostraron el final de la generación de líderes políticos que habían dirigido Europa Occidental desde el fin de la II Guerra Mundial, al tiempo que enterraba el modelo de liderazgo personalista que hasta el momento había marcado la Quinta Republica francesa.
Desde el pasado 12 de febrero, las protestas estudiantiles luchan por restaurar las libertades civiles en Venezuela. Dichas protestas son ignoradas por el gobierno de Nicolás Maduro y utiliza la represión como mecanismo de defensa para mantener el poder, como lo hizo Chales De Gaulle en 1968.
La protesta estudiantil es la fuerza motriz, que con la unión de los distintos sectores de la sociedad permitirán abrir los espacios para que los ciudadanos tengan una vida digna, con libertad y justicia.
Los lideres y partidos políticos, que hacen vida en la MUD, tienen el rol histórico de incorporar a los sectores populares, los gremios y la clase trabajadora en esta lucha social que exige la Venezuela de hoy.
Por ello, la protesta estudiantil es caminar en la belleza, un grito por la libertad, que permitirá volver de nuevo a una vida basada en valores.
"Nuestra conducta es una función de nuestras decisiones, no de nuestras condiciones". Stephen Covey.