Cuando revisamos las causas del levantamiento militar de 10 batallones del Ejército que incluía a 5 tenientes coroneles,14 mayores, 54 capitanes, 67 tenientes y subtenientes, 65 suboficiales, 101 sargentos y 2.056 soldados el 4 de febrero de 1992, se encuentra que las mismas han sido traicionadas. Las "razones aducidas" por los militares fueron:
la gestión económico y política del presidente Carlos Andrés Pérez;
las políticas neoliberales implementadas en el país que produjo un inmenso atraso en la población;
el descontento de los sectores medios y bajos de las Fuerzas Armadas por los hechos de corrupción verificados en los altos mandos militares;
la subordinación de las Fuerzas Armadas ante un liderazgo político que consideraban incapaz y corrupto;
la utilización de las Fuerzas Armadas, en particular del Ejército y de la Guardia Nacional, en la represión del Caracazo;
el cuestionamiento a la posición sostenida por el presidente Pérez en las negociaciones relativas a la delimitación limítrofe con Colombia;
el deterioro de las condiciones socioeconómicas de la oficialidad media y baja y de las tropas;
el empleo de las Fuerzas Armadas en labores como repartición de útiles escolares, becas alimentarias, campañas de vacunación y de arborización, etc.
Por otro lado, el proyecto-país propuesto a la nación durante la campaña electoral presidencial en el 2000 contradice al Estado actual omnipresente consustanciado con la figura del Presidente. En el programa de gobierno, en la sección "Equilibrio Político, en el aparte I. La Revolución Democrática", indicaba: "nuestra propuesta fundamental es hacer una Revolución Democrática, en forma pacífica y por medios democráticos. Con ello pretendemos transformar el marco institucional, dentro del cual los actores económicos, políticos y sociales hacen sus planes y toman sus decisiones; marco institucional que estaba caracterizado por el dominio de las cúpulas de los partidos políticos tradicionales... (AD y COPEI) ... que, a su vez, controlaban los diferentes poderes del Estado en casi todos los ámbitos territoriales...". Así, sucesivamente continúa la narrativa en cada sección y aparte.
Quince años después, el gobierno Chávez-Maduro ha acumulado un sin fin de contradicciones que conducen al agotamiento definitivo del modelo de transformación social propuesto. Lo que inició como revolución, hoy se ha convertido en contrarrevolución; en un Estado represor y autoritario.
La tesis central del proyecto político ha sido la implantación del Socialismo del Siglo XXI que ha servido para integrar la renta petrolera a sectores excluidos; llevando al extremo el modelo populista sin ascenso social. Así como convertir el recurso energético -propiedad de todos los venezolanos- en el instrumento de lucha anti-Estados Unidos por medio de los nuevos bloques regionales como CELAC, UNASUR, ALBA y Petrocaribe, esgrimiendo la "política de los pueblos".
Ha sido una dinámica -gobierno- que ha conducido a un proceso de descomposición moral que se manifiesta a través de la corrupción -en el 2013 han desaparecido de los libros contables del gobierno 20 mil millones de dólares equivalentes a las reservas internaciones actuales de Venezuela.
Sin embargo, el avance en el eje social durante el período 2003-13 ha permitido al chavismo manejar la relación imaginaria pueblo-estado. Inculcando la idea en los sectores populares que tienen a uno de ellos ejerciendo la presidencia y desarrollando, en el caso de Chávez, una relación líder-pueblo que se fundamenta de forma cultural y/o psicológica, y en la superestructura del Estado.
De esta forma, durante los quince años de gobierno Chávez-Maduro se ha utilizado el nombre de la revolución para profundizar el Estado corrupto de los gobiernos anteriores de AD y COPEI, hasta llegar a vaciar las arcas del Estado.
Hoy, las protestas que tienen lugar en las distintas ciudades son el inicio del devenir histórico que impulsa la nueva transformación democrática y política de la nación; con la conversión de las masas sociales -incorporadas por Chávez al poder simbólico, como democracia participativa y protagónica- en ciudadanía política activa.
Este nuevo orden democrático refuerza la incorporación social y simbólica de los sectores débiles de la sociedad, al mantener el Estado benefactor de forma y fondo diferente. El clientelismo y la corrupción característicos de los últimos 53 años de gobierno se transforma en estructura social con procesos transparentes. Es la demanda de una sociedad que lucha por cambiar el porvenir que actualmente aguanta: crisis económica, hiperinflación, escasez de bienes y productos básicos, erosión de las instituciones públicas, intolerancia y subordinación ideológica del Estado venezolano a la dictadura cubana, entre otros.
Por su puesto, la vieja forma de gobernar resiste dejar el poder y utiliza la lógica de intimidación, represión (golpes o tiros) y/o encarcelación. Ante las protestas de calle usan los sectores paramilitares para hacer daño con sus armas de fuego. En las barriadas populares, los miembros del Frente Francisco de Miranda visitan las casas para advertirles del riesgo a unirse a las protestas bajo una relación conductual de recompensa y castigo. Así como también refuerzan la experiencia del Caracazo (1989) donde murieron más de 1.000 personas pertenecientes a estos sectores. En la esfera militar reviven el trauma del 2002, al recordar la aventura del 11 de abril que significó un salto al vacío por parte de los compañeros de armas del ejército.
Sin embargo, en las protestas los jóvenes -sector estudiantil hace el llamado a seguir la conciencia de cada uno- asumen el miedo de estos sectores pobres y militares que los tiene paralizados, porque necesitan incorporarlos a la lucha para terminar con la ruptura del viejo orden.
La nueva realidad pasa por rencontrarse de nuevo el tejido social -reconciliación- para luego, poder trabajar en el desplazamiento de la clase dominante corrupta formada durante los quince años de gobierno Chávez-Maduro, la re-institucionalización del Estado, la desmilitarización de la política y la reincorporación de Venezuela en la comunidad de naciones democráticas del mundo.
Las causas esgrimidas el 4 de febrero de 1992 para dar el golpe, son hoy de igual o mayor tenor para realizar la transformación política que requiere la sociedad venezolana. Una sociedad que pide vivir en la diversidad y armonía, y ser soberana, próspera y libre.