Los problemas socioeconómicos de Venezuela, con una crisis política en el primer semestre de 2014, han llegado a crear la inflación más alta del mundo, una escasez de productos de la cesta de alimentos básicos (35%), un default comercial, y una escasez de dólares para cubrir las importaciones. El impacto es tal que podría amenazar la seguridad energética actual en el Caribe y América Central. Adicionalmente, la caída de la producción de petróleo -producción actual 2,49 millones de barriles día- amenaza las exportaciones de crudo y productos a los clientes que el Gobierno de Maduro está financiando a través de los distintos acuerdos de cooperación energética.
En medio de esta incertidumbre, se cuestiona la influencia del presidente Nicolás Maduro en la región. ¿Podrá mantener el peso de su predecesor entre sus vecinos más inmediatos? ¿Y pueden los acontecimientos en Venezuela crear incertidumbre en el panorama energético de la región? Es evidente que los beneficios políticos de los flujos de energía de Venezuela a Centroamérica y el Caribe le han dado réditos al Gobierno en Caracas. Los países del Caribe y Centroamérica deben enfrentar el hecho de que la dependencia energética de Venezuela pronto podría tener un alto costo.
La gran influencia regional (poder blando) durante casi una década de los gobiernos de Chávez y Maduro ha sido Petrocaribe. Formada el 29 de junio 2005, la alianza energética ofrece crudos y productos refinados en condiciones favorables de financiamiento a 17 Estados miembros en el Caribe y América Central. Con condiciones mejores que las del pacto de San José (1980).
Los gobiernos miembros de Petrocaribe compran el crudo y/o productos venezolano a precios del mercado. Petróleos de Venezuela (PdVSA) sólo exige el pago de una fracción del costo de la factura por adelantado. El tiempo para cancelar ese monto varía entre 30 a 90 días una vez entregado el crudo y/o productos. Y, el anticipo está entre 5% - 70%, dependiendo del precio de la cesta de crudo venezolana.
Los Gobiernos, con el saldo del total de la factura de crudos y productos, pueden utilizarlo para inversión o, más a menudo, para gasto.
Sin embargo, la experiencia ha demostrado que los países de Petrocaribe tienden a:
una profundización del patrón de consumo fuel-oil para la generación eléctrica,
una adición al combustible –financiado- con alto contenido de carbono para el sector transporte, y
una barrera para las inversiones en los sectores eléctrico y transporte en cuanto al uso de fuentes alternas.
Adicionalmente, Petrocaribe ha sido un programa diseñado para ganar la lealtad política de los países de Centroamérica y el Caribe hacia el proyecto político del chavismo denominado Socialismo del Siglo XXI.
El uso de la energía como arma geopolítica es un mecanismo que le ha permitido a gobernantes, como Putin, Chávez y ahora Maduro, chantajear a los gobiernos receptores del recurso energético (productos y/o financiamiento).
En el caso del Gobierno de Costa Rica las consideraciones técnicas para tomar la decisión de entrar en Petrocaribe deberían ser:
Determinar el impacto en la matriz energética del uso de combustibles fósiles financiado (producción de electricidad y transporte),
Evaluar los costos ambientales y económicos al mantener o incrementar el consumo total de productos de petróleo por adquirirlos financiados,
Calcular el valor presente neto de los proyectos a desarrollar con el dinero disponible al comprar productos refinados con 2 años de periodo de gracia, 40% de inicial y 25 años de financiamiento a un interés del 2%,
Considerar y participar en la Iniciativa de Seguridad Energética del Caribe (CESI) desarrollada por la Administración de Obama que se centra en el uso de energías renovables, y
Participar proactivamente en el estudio de factibilidad para el uso de gas natural en la generación de electricidad en el Caribe, desarrollado por el Banco Interamericano de Desarrollo.
Mientras que las consideraciones políticas serían:
Evaluar la integración al bloque de países que están o deben estar alineados con las políticas del Socialismo del Siglo XXI en los foros y organismos internacionales; como lo dijo Milton Friedman "there is no such thing as a free lunch",
Considerar si la marca país de ser territorio verde, ecoturístico, con esfuerzos en la huella carbón pierde fuerza al tener acceso al financiamiento de combustibles más contaminantes que las energías limpias,
Valorar si es justo dejar una deuda financiera y ambiental por los próximos 25 años a las generaciones futuras, al buscar mejorar el déficit actual en el presupuesto de la nación.
El debate debe involucrar a el ICE, Recope, los grupos ambientalista, la Asamblea Nacional, las Universidades, los Colegios Profesionales, la sociedad civil y el Gobierno.
Si para ser miembro del TLC entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana se realizó un referéndum, ingresar a Petrocaribe debería tener una discusión nacional.
Hasta ahora, el pueblo costarricense ha sido sabio a la hora de diseñar su futuro. La situación de déficit fiscal que atraviesa el Gobierno no debería cambiar ese rumbo.